Partito di Alternativa Comunista

-REFUNDAR LA OPOSICION DE LOS TRABAJADORES-

-REFUNDAR LA OPOSICION DE LOS TRABAJADORES-

-CONSTRUIR EL PARTIDO REVOLUCIONARIO-

 

 

“Ha llegado el momento de construir un partido autónomo.

Debemos fundar un partido que se contraponga a los partidos seudo-comunistas que abusan de la palabra comunismo para engañar a las masas y que operan, en cambio, en acuerdo con las clases dominantes.

Debemos construir un partido que represente los intereses de los trabajadores. Un partido con un programa revolucionario, en el cual los objetivos y los medios para alcanzarlos sean decididos con intransigencia y firmeza inquebrantable.

Un partido en el cual todo sea en función de los intereses de la revolución socialista.”

                                                                                    Karl Liebknecht, 1918

 



QUE QUEREMOS DECIR CON ESTAS TESIS.

PREMISA. 

 

La exigencia de construir un partido revolucionario a nivel internacional y nacional se deriva de algunos elementos que pueden ser resumidos en los siguientes puntos:

 

1)          El modo de producción capitalista es incapaz de ofrecer a la humanidad ninguna perspectiva de progreso, este ha entrado en la época de su decadencia histórica. Su anacrónica sobrevivencia solo es posible al precio de continuas guerras de rapiña, a través de las cuales los países imperialistas se apropian de los recursos de los países dependientes, y con un creciente grado de explotación de los trabajadores asalariados de los mismos países capitalistas avanzados. Se acentúa constantemente la polarización económica a nivel mundial entre países avanzados y países dependientes, y, dentro de cada país, entre los pocos que detentan inmensas riquezas y los muchos que viven con bajos salarios.

Guerras militares y guerras sociales constituyen hoy mas que nunca los rasgos característicos de un sistema, cuya permanencia, en ausencia de una alternativa socialista, conducirá a la destrucción de los recursos del planeta y del planeta mismo, y a nuevos y mas extensos conflictos armados, en futuro necesariamente también entre los mismos bloques imperialistas, hoy en guerra solo a nivel comercial, pero mañana enfrentados también a nivel militar por la conquista de nuevos mercados, con efectos fácilmente imaginables. En este sentido el capitalismo corre el riesgo de ser verdaderamente "el fin de la historia", pero no en el sentido atribuido a esta expresión por el ideólogo Fukuyama después del '89, es decir, no en el sentido de etapa definitiva y punto de llegada superior: sino en el de trágico final para el genero humano.

 

2) Bloqueando el desarrollo de la humanidad en el escalón del atraso, el sistema capitalista impide, en los hechos, el progreso socio-económico correspondiente a los actuales conocimientos científicos y tecnológicos, conocimientos que, por otro lado, son contenidos por un sistema que invierte solo sobre lo que produce ganancia.

Con la aplicación técnica de los actuales conocimientos el hombre podría ser liberado del trabajo. El uso de las tecnologías modernas en una economía planificada (y por lo tanto liberada de la anarquía económica capitalista)

 

consentiría ya, desde hoy, eliminar a nivel internacional la desocupación, de distribuir el trabajo entre las fuerzas disponibles, de reducir a pocas horas a la semana las horas laborales necesarias para cada ser humano.

El sistema actual, en cambio, no puede sobrevivir sin alimentar la desocupación; sin intensificar los ritmos de explotación; sin aumentar la alineación y sus consecuentes enfermedades físicas y psicológicas (en aumento, no obstante, el relativo progreso de la medicina); sin crear contraposiciones entre los trabajadores, dividiéndolos y dominándolos, por distinción de sexo y de etnias.

 

3) En su propio desarrollo el capitalismo esta obligado a alimentar, con su opresión de clase, la reacción de la clase oprimida. La lucha de clases - más allá de las ridículas y recurrentes teorizaciones de su desaparición - continúa a encender cada rincón del planeta. Esta no se puede eliminar en una sociedad dividida en clases y solo puede concluir o con la victoria del proletariado (es decir, de la inmensa mayoría de la humanidad, compuesta por asalariados) o con la sucesiva gangrena del capitalismo y la consecuente "común derrota de las dos clases en lucha" (Marx). 

El sucederse periódicamente de fases de ascenso de la lucha de clases y de sus reflujos, primero en un país y luego en otro; las crisis económicas y políticas que van de un país a otro; los enfrentamientos en las calles, las guerras civiles, las revoluciones que se alternan en fases de estancamiento o reflujo de las luchas, confirman que la posibilidad de derribar este sistema social esta escrito en su misma naturaleza, siendo imposible su desarrollo pacifico, siendo inevitable la rebelión de las fuerzas productivas contra las relaciones de producción.

 

4) Cada variante del capitalismo, mas allá de las diferencias superficiales, responde a los criterios aquí descriptos, que son determinados por la naturaleza de clase de este sistema socio-económico, y que se refleja inevitablemente sea en los regímenes reaccionarios como en los así llamados "progresistas", sea en los gobiernos de derecha o centro-derecha como en los de "izquierda o centro-izquierda.

La larga lista de experimentos de presuntos gobiernos progresistas - con todas sus posibles variantes - en todos los continentes, inclusive considerando solo los últimos veinte años, es elocuente: la Francia de Jospin, el Brasil de Lula, la Sudáfrica de Mbeki, el "Nuevo kennedysmo" de Clinton en los EE.UU., Blair en Gran Bretaña, Schroeder en Alemania, la España de Zapatero y las tantas experiencias de "centro-izquierda" en América Latina (a partir de Argentina), etc...

La política sustancial de estos gobiernos se ha distinguido de aquella de los gobiernos de derecha o centro-derecha solo en los aspectos secundarios o en la terminología empleada para describir las mismas políticas: las políticas necesarias para defender los beneficios de las clases dominantes imponiendo al proletariado el costo de la crisis de turno.

 

5) Los gobiernos "progresistas" se han caracterizado, así, no tanto por la introducción de un "nuevo capitalismo con rostro humano" - que no puede existir - sino, sobretodo, por el intento de quebrar o prevenir la reacción de las clases subalternas implicando en el gobierno a partidos obreros y sindicatos, para intentar (según el caso) de desarmar conflictos que, a veces, han alcanzado niveles pre-revolucionarios (como paso en Argentina) o para prevenir conflictos (especialmente en el caso de Europa) imponiendo una "paz social" que en el régimen capitalista solo significa el desarme político e ideológico de una de las dos partes (obviamente los explotados).

Es sobre estas mismas líneas que se esta moviendo el recién nacido segundo gobierno Prodi, en el cual ha confluido - con la tarea de amortizar las luchas - Rifondazione Comunista, un partido en el cual muchos de nosotros hemos participado por años, saliendo del mismo en el momento de su abandono definitivo - aunque si formal - del proyecto de "redundar" un partido que este de la parte de los trabajadores.

Las maniobras financieras del nuevo gobierno italiano, las misiones militares coloniales que prepara, confirman que su papel esta determinado por la naturaleza de clase del bloque social que lo sostiene: un gobierno de la grande burguesía imperialista italiana empeñada, hacia adentro, en la guerra contra los trabajadores, y hacia afuera en la guerra contra los países dependientes (desde Afganistán hasta el Líbano). En este marco, el intento de Rifondazione Comunista de construirse como partido "socialdemócrata" (o sea, garante de la colaboración de clases, pero también de la predistribución de algunas migajas del sistema) resulta, no solo inconciliable con la perspectiva comunista, sino inclusive, hasta absurdo.

 

6) Por lo tanto, para los comunistas, la primera tarea de la lucha política consiste en el trabajo constante en cada lucha, movimiento, sindicato, para propagandizar y construir la acción autónoma de la clase obrera: autónoma de la clase adversaria y de sus gobiernos, de cualquier color político estos sean.

Es la batalla para defender y desarrollar una oposición de clase intransigente contra cada gobierno, nacional o local, de la burguesía; y por la tanto es la batalla por la acción autónoma de los comunistas, oponiéndose a cualquier formación política o electoral con los partidos liberales. Una batalla que sepa articular consignas inmediatas y de perspectiva, que ligue el desarrollo de las luchas por reivindicaciones "mínimas" (ocupación, salario, pensiones, ritmos de trabajo, etc.) con la propaganda del único sistema económico, político y social - el socialismo - en grado de satisfacer las exigencias inmediatas y futuras de la inmensa mayoría de la humanidad.

 

7) La batalla por una alternativa real de sociedad exige, no tanto el auspicio de nuevas luchas - que, como ya dijimos, cíclicamente se encienden - sino la construcción de aquello que hasta ahora ha faltado: un partido capaz de conducir estas luchas a la victoria real de los trabajadores, es decir, a la conquista del poder para instaurar un gobierno "de los obreros para los obreros" (Marx), o sea, la dictadura del proletariado.

Ninguna lucha parcial, ningún movimiento, pueden desarrollarse en sentido revolucionario y socialista en ausencia de un partido de vanguardia basado sobre los fundamentos programático-organizativos del marxismo. Un partido arraigado entre los trabajadores y las clases explotadas, un partido que este presente en cada lucha y cada movilización para desarrollarla, para hacer llegar a los trabajadores a la conclusión que el único resultado verdadero y definitivo se puede obtener solo con la independencia de clase, desarrollando la oposición a la burguesía y a sus gobiernos, propagandizando constantemente una alternativa de clase, o sea, un gobierno obrero; un partido organizado sobre la base del centralismo democrático, fuertemente cohesionado y disciplinado, apoyado en sus cuadros militantes y sobre la elaboración y dirección colectiva (nada que ver, pues, con el partidito de Ferrando, que intenta reagrupar un bloque sin principios políticos alrededor de un líder-gurú, o sea, la inútil secta de siempre).

 

8) Nosotros nos definimos marxistas revolucionarios, es decir, trotskistas (porque el trotskismo es el marxismo revolucionario de nuestra época), porque queremos desarrollar un programa. Un programa que solo el trotskismo consecuente ha defendido en este siglo contra la socialdemocracia y contra el stalinismo. Solo el trotskismo ha defendido el programa fundamental del comunismo, que, como decía Lenin, puede sintetizarse en pocas palabras: dictadura del proletariado.

 

9) La perspectiva revolucionaria es internacional. El "socialismo en un solo país" - que fue algo mas que una teoría, era la cobertura de los intereses de la burocracia stalinista que solo podía sobrevivir con el aislamiento de la revolución rusa - es una contradicción total.

Pero la perspectiva a escala mundial solo es posible construyendo la Internacional marxista revolucionaria que hoy no existe, la Cuarta Internacional: allí donde el numero resume un programa y un patrimonio al cual no renunciamos, y por consiguiente, las bases desde la cuales repartimos. Esto puede ser realizado empezando por la unificación, sobre bases programáticas coherentemente trotskistas, de las fuerzas revolucionarias que, en todo país, se muevan en la perspectiva comunista.           

 

Este es el sentido de las Tesis que aquí presentamos y del trabajo político que estamos desarrollando en estos meses de batalla política y de confrontación congresual en vistas del Congreso fundacional de un nuevo partido.

Para que este proyecto - el proyecto comunista - pueda desarrollarse y realizarse, será necesaria la convergencia de miles de militantes revolucionarios. Hoy, nosotros, estamos solo en la primera fase de este trabajo: pero los posibles desarrollos de nuestra construcción en los próximos meses podrían ofrecernos la posibilidad concreta de cumplir, en poco tiempo, pasos hacia adelante muy largos.

Tendremos que enfrentarnos, ciertamente, a los escépticos. El escepticismo es una vieja enfermedad en el movimiento obrero. Escépticos son aquellos que te dicen: si, tienes razón, pero ¿como hacemos? Sabemos que nos proponemos cosas difíciles, y si bien no somos escépticos tampoco somos tontos. Pensamos que, en esta empresa, podemos ganar por una serie de motivos:

 

Primero.-

Porque se libera en Italia un espacio histórico que por años fue ocupado de forma abusiva. Por décadas hubo un tapón que obstruía la construcción de un partido revolucionario: el stalinismo. Y luego del derrumbe del stalinismo hubo un taponcito más pequeño, el PRC (Partito della Rifondazione Comunista). Estábamos en ese partido, no porque pensábamos de poder cambiar los equilibrios internos, sino para reagrupar, con un programa alternativo al programa reformista del grupo dirigente, militantes y jóvenes. Y algo hemos logrado hacer, visto que hoy estamos aquí. Hoy el PRC libera ese espacio y va a ocupar el lugar que les compete a los reformistas. No es mas - ni menos en los símbolos ni en las formas (jamás lo fue en la sustancia) - un partido de oposición de clase. Se convirtió, con pleno derecho, en un partido de gobierno que va del brazo con los banqueros. Y este es el primer elemento - el nuevo espacio político - que nos hace creer que podemos probar. 

 

Segundo.-

Pensamos que este espacio político se abrirá aun más. El gobierno Prodi se prepara para desatar un ataque brutal contra los trabajadores a trabes de la aplicación de los presupuestos del Estado. Este ataque producirá una reacción. Es necesario que una organización, aunque si pequeña, plante hoy mismo la bandera de la oposición para que pueda ser visible en las luchas de mañana.

 

Tercero.-

Podemos partir con un patrimonio de centenares de cuadros en condiciones de abordar esta empresa: con tantos jóvenes, tantas energías frescas prontas a la lucha.

 

Cuarto.-

Pensamos, en fin, de tener un arma secreta... Que en realidad tan secreta no es: el marxismo revolucionario. Algo que falta y ha faltado a muchas organizaciones y sectas que, inclusive, estuvieron en estos años, y están, fuera del PRC. No queremos la exclusividad de este patrimonio: es el patrimonio de las luchas, de las derrotas y victorias del movimiento revolucionario de los últimos dos siglos, y nosotros queremos que se convierta en la bandera de una nueva generación de revolucionarios.

 

Esta es la propuesta que lanzamos a todos los militantes comunistas que quieran resolver la crisis histórica de la humanidad partiendo de la tarea inmediata: el proceso - largo, difícil, pero indispensable - de construcción de un partido comunista revolucionario.

 

Tesis 1 - LA BARBARIE DEL CAPITALISMO Y LA ACTUALIDAD DEL SOCIALISMO

 

El capitalismo se basa sobre la explotación de la fuerza-trabajo, sobre el saqueo de la retribución no pagada a los obreros por el trabajo efectivamente desarrollado: esta ley es valida aun hoy. La barbarie del capitalismo se exprime en la concentración de las riquezas en una estrecha minoría de capitalistas, en perjuicio de la mayoría de la población mundial, obligada a sufrir una realidad hecha de miseria, desocupación, precariedad. A nivel internacional, el capital financiero traduce la propia voluntad de dominio en guerras de rapiña para repartirse las zonas de influencia. Solo la revolución socialista mundial, que hoy es posible por el mismo desarrollo de las fuerzas productivas, puede salvar la humanidad de la catástrofe.

 

El capitalismo del tercer milenio no presenta, a nivel estructural, caracteres diferentes a aquellos individuados por Marx y Engels en el siglo XIX: hoy como ayer, es la explotación del trabajo la cuerda que hace funcionar la economía burguesa. Los beneficios de la burguesía, es decir, de los patrones, hoy también tienen como única fuente la usurpación de la plusvalía, o sea, el saqueo de la retribución no pagada a los obreros por el trabajo efectivamente desarrollado. La barbarie del capitalismo se expresa sobre todo en la existencia de una estrecha minoría de capitalistas que concentra en sus propias manos inmensas riquezas, obtenidas por la explotación salvaje de la inmensa mayoría de la población, obligada a niveles de vida siempre mas indigentes.

A lo largo del siglo XX, el capital ha sustituido la libre competición con los monopolios con la consecuente aplicación de las políticas imperialistas: las guerras coloniales, que han marcado la cotidianidad de los últimos dos siglos, no son mas que el resultado de la competición del capital financiero para definir las respectivas zonas de influencia. Ayer como hoy, capitalismo significa a nivel internacional guerra, rapiña, bandidaje, opresión colonial; dentro de cada nación miseria, desocupación, precariedad, discriminación.

Los apologistas - liberales y socialdemócratas - del capitalismo nos explican que "las clases ya no existen"; nos dicen que toda hipótesis de transformación socialista de la sociedad fue sepultada definitivamente por la historia; invitan a las masas proletarias a contentarse con las migajas y a soportar miseria y sufrimientos por la riqueza de pocos. Se trata de mistificaciones deliberadas, elaboradas en nombre de quien quiere que los trabajadores, los jóvenes, los oprimidos, continúen a pagar la crisis del capitalismo, que siempre mas evidencia que ha llegado a los umbrales de la putrefacción. La burguesía, que ha celebrado el derrumbe de la URSS y de los demás estados obreros degenerados cual definitiva victoria del capital, no puede escapar a los efectos de una economía basada en la explotación del hombre por el hombre: las repetidas crisis coyunturales, bancarrotas, colapsos financieros, vuelven siempre mas inestable el sistema económico y social.

En los países capitalistas avanzados, los gobiernos de centro-derecha y centro-izquierda intentan inútilmente de poner freno a la agonía del capital, sea a través de políticas neoliberales (con fuertes ataques al coste del trabajo: reducción de los salarios, precarización de las relaciones laborales, recortes al estado del bienestar), sea a través de políticas de agresión colonial y de apoyo a la industria bélica. Como siempre, en el marco del capitalismo, son los trabajadores, en particular las jóvenes generaciones obreras, a pagar las cuentas a la burguesía: la realidad cotidiana de la grandísima mayoría de los jóvenes, aun mas siendo mujeres o inmigrantes, esta hecha de desocupación, inseguridad laboral, retribuciones miserables, flexibilidad extrema de los tiempos de trabajo, contratos precarios, ausencia de perspectivas para el futuro.

La extensión a gran escala de políticas de agresión colonial - en particular en Medio Oriente - y la restauración capitalista en los países del este, han hecho mas dramático el fenómeno de la inmigración en los países de la Europa occidental: luego de la primera fase de explotación salvaje de la fuerza-trabajo inmigrante - en virtud de la mayor posibilidad de chantejearla - el capitalismo, siempre mas en crisis, no logra absorber el fenómeno migratorio, con la consecuente explosión de fenómenos de intolerancia racial. Para muchas centenas de miles de inmigrantes, la vía obligada esta hecha de clandestinidad, criminalidad, miseria: se trata de fenómenos que crean fuertes contradicciones dentro del proletariado, con la difusión entre los trabajadores de actitudes racistas, de las cuales la burguesía se sirve para consolidar la propia hegemonía.

De igual modo, los derechos de la mujer sufren ataques siempre mas fuertes, sea por el mantenimiento del bloque entre la iglesia y la burguesía, sea por el continuo desmantelamiento de los servicios sociales (guarderías, asilos, hospitales, etc.), que, junto al grave aumento de la desocupación, condena aun mas a las mujeres al papel de la simple reproducción social: en este marco se dan los reiterados esfuerzos, de parte de los gobiernos burgueses, de poner en discusión inclusive algunas conquistas mínimas obtenidas por el movimiento de la mujer de los años sesenta y setenta, comenzando por el derecho al aborto.

A quien habla de "fin de la historia" y de la "muerte del socialismo" nosotros respondemos que sin la revolución socialista mundial el capitalismo arrastrara a la entera humanidad a la catástrofe. Las premisas económicas de la revolución socialista ya han alcanzado el punto mas alto posible en el contexto capitalista: es necesario liberar las fuerzas productivas de las cadenas de las relaciones de producción que impiden su sucesivo desarrollo; o sea, hay que liberar el trabajo humano de la propiedad privada de los medios de producción, que es la condición para la existencia de la burguesía y su dominio. Solo un sistema económico que garantice las necesidades sociales elementales, basado en el control racional de la producción, permitirá el desarrollo armónico de las fuerzas productivas, con la instauración de una sociedad en la cual "el libre desarrollo de cada uno sea la condición para el libre desarrollo de todos". El socialismo no es solo factible, sino necesario: es la única respuesta posible a la crisis histórica de la humanidad.

 

Tesis 2 - LA CRISI AMBIENTAL: EL CAPITALISMO DESTRUYE EL PLANETA   

 

Contaminación del aire y de las aguas, degradación de los terrenos, deforestación, perdida de biodiversidad, aumento de la temperatura del planeta, destrucción de la capa de ozono, efecto invernadero, crisis energética, los agentes nocivos de las fabricas, desarrollo de tecnologías de alto riesgo, el problema de los deshechos y basuras, la agricultura envenenada, caos urbanístico, el agotamiento de los recursos naturales, son la causa intrínseca del modo de producción capitalista que regula las relaciones naturaleza-sociedad con la lógica de la ganancia y el libre mercado.

 

La crisis ecológica es un desafió al cual el movimiento obrero y los comunistas tienen que saber dar una respuesta a nivel teórico y practico, sobre la base de su propio punto de vista critico y autónomo, y desde una propuesta político-programática. En este sentido es indispensable, para desarrollar los instrumentos adecuados que permitan abordar los temas ambientales, recuperar la reflexión original del marxismo sobre el nexo entre capitalismo-naturaleza a partir de la noción marxista de "recambio orgánico", que define los modos en los cuales la sociedad articula los intercambios materiales con la naturaleza, de los cuales dependen su sobrevivencia y su desarrollo. En el marco de las relaciones capitalistas de producción, el desarrollo de las fuerzas productivas (es decir, la población productiva, los medios de producción, los recursos naturales disponibles, los conocimientos científicos y técnicos) - a los cuales se debe el "recambio orgánico" entre sociedad y naturaleza - tiende a transformarse en desarrollo de fuerzas destructivas que degradan el ambiente. Esto por la reducción a mercancía del trabajo humano, del ambiente y de los recursos naturales. De aquí la contradicción entre la creciente socialización objetiva de las condiciones y de las fuerzas productivas (que hacen posible y necesaria su planificación social) y el carácter privado de su apropiación y gestión, motivada por la ganancia.

De frente a la crisis ambiental, las aproximaciones de tipo ético-cultural y el reformismo ecologista interclasista se muestran inadecuados e impotentes. No será, ciertamente, la afirmación en la sociedad de una conciencia diferente de los problemas ambientales y de nuevos valores orientados ecológicamente lo que modificara el comportamiento de los empresarios y lo que influirá en las políticas publicas de las autoridades estatales. Los capitalistas, generalmente, contrastan la introducción de normativas contra la contaminación y vinculantes a nivel ambiental, con el argumento de la "competitividad" y el aumento de los costos, con la consecuente disminución de los beneficios, y buscan constantemente la manera de eludirlas o de evitarlas en todos los modos posibles, legales e ilegales. Mas aun, hay sectores del capitalismo que se han reciclado dando vida al ecobusiness, con el mercado de los "productos ecológicos" y con el de las "reparaciones [comprendidas como falso "ambientalismo"] ambientales" (el business de "ensucia y limpia"). Y es igualmente ilusorio confiar en la normativa del Estado (keynesismo ecológico), no considerando sus limites intrínsecos y su carácter de clase. El modo en el cual funciona este Estado, su sistema administrativo y ejecutivo, su estructura, su lógica funcional, son, de hecho, complementarios a la economía capitalista.

Es por esto que la cuestión de la abolición de la propiedad privada de los medios de producción, de la destrucción del aparato estatal burgués, y la conquista del poder político por parte de los trabajadores y de las clases subalternas, no puede ser eludida. Esta, en efecto, representa la condición necesaria para una economía democráticamente planificada, en la cual la propiedad social de las condiciones y fuerzas productivas establezca "donde, cosa, como, cuanto y para quien producir", regularizando en forma consciente y racional la relación entre sociedad y naturaleza. Pero la perspectiva de esta propuesta debe ligarse a la formulación de objetivos inmediatos y transitorios que puedan hacer avanzar las relaciones de fuerza, activar el protagonismo de las masas, que haga crecer la conciencia colectiva, construir los instrumentos para la autoorganización y la democracia proletaria, embriones de un contra poder que enfrente a los aparatos del dominio burgués. Un sistema de reivindicaciones en grado de construir un puente entre la conciencia de las masas y la comprensión, por parte de las mismas, de la necesidad de romper el marco de las conciliaciones capitalistas y de ponerse el problema del poder.

Es indispensable la organización de los obreros fabriles, de los trabajadores de los servicios públicos y de las poblaciones en comités (con forma de consejo) que, cuales reales instrumentos del control obrero y social sobre las actividades productivas y sobre el ambiente, reivindiquen: la adquisición de todos los datos en posesión de las instituciones publicas propuestas para el control de la seguridad en los lugares de trabajo y de la calidad del ambiente, considerando que en un Estado burgués, las administraciones y los institutos públicos no son neutrales, sino al servicio de la economía capitalista; volver a hacer publico, bajo control de los trabajadores del sector y de los usuarios, los servicios privatizados (agua, gas, deshechos y basuras); la nacionalización sin indemnización y bajo el control obrero y popular de las instalaciones de producción de energía, la colectividad decidirá las características técnicas y las modalidades de funcionamiento; la nacionalización sin indemnización y bajo control obrero y popular de las fabricas (químicas, farmacéuticas, agro-alimentaria, etc.) que matan y contaminan, para su reconversión en ciclos productivos eco compatibles que eliminen el uso y la producción de agentes tóxicos y nocivos, garantizando la salud de los trabajadores, de las poblaciones y del ambiente; el principio de la plena responsabilidad en relación a las consecuencias sociales y ambientales de las actividades industriales: quien ha obtenido beneficios contaminando debe pagar la renovación del ambiente, el saneamiento del lugar, la reconversión ecológica del aparato industrial y los daños producidos a la salud de los trabajadores y de las poblaciones.

 

Tesis 3- LAS GUERRAS DEL IMPERIALISMO

 

La teoría sobre el imperialismo de Lenin aun es actual. Los últimos eventos nos confirman que no es ilusorio luchar por la destrucción del capitalismo, sino cultivar utopías en relación a la posibilidad de poder reformar un sistema que, en toda su existencia, ha llevado a la humanidad al barril sin fondo de la barbarie, y que aun hoy alimenta un numero creciente de guerras.

 

Han pasado noventa años desde cuando Lenin expreso, de forma acabada, su teoría sobre el imperialismo, y esta sigue siendo el mejor instrumento para interpretar el mundo contemporáneo. En todos estos años hubo muchos intentos de combatirla, de rebajarla al papel de extravagante teoría superada por los hechos. Luego del derrumbe de la URSS, estos esfuerzos han encontrado un nuevo impulso. Según algunos presuntos "teóricos" el análisis leninista ha sido superado, ya que nos encontraríamos en presencia, no de varios países imperialistas, sino de una sola potencia imperial, los EE.UU. Además, la importancia de los Estados nacionales estaría bajo mínimos, se habrían reducido a un rol marginal en relación a la importancia de las multinacionales o de los organismos "sovranazionali" [que están por encima de las naciones, ejemplo: FMI, ONU, WTO, etc.]. La consecuencia política de tales teorías "nuevas", ligadas al fracaso del, así llamado, socialismo real, es aquella de considerar el reformismo el único camino posible de emprender para mejorar las suertes de la humanidad.

Se sueña una reforma, en sentido democrático, de la ONU y de las varias organizaciones "sovranazionali" (WTO, Banca Mundial, FMI), vista como un medio, en realidad ilusorio, para garantizar el desarrollo equilibrado y el bienestar general. Al mismo tiempo, se quiere hacer creer que Europa, "con su civilización milenaria", pueda asumir el papel de paz, demarcándose definitivamente del patrocinio estadounidense. Este cuerpo teórico-político, que debería ser la quinta esencia del realismo, es, en verdad, un concentrado de utopías irrealizables (además tienen, como mínimo, un siglo de antigüedad).

La correcta interpretación de la teoría leninista, así como de todos los análisis basados en el método marxista, consiste en el hecho que no se limita a observar los aspectos externos o mas inmediatos de la realidad, sino que indaga de manera profunda, intentando comprender si los cambios que se verifican son un nuevo modo con el cual una vieja realidad se manifiesta, o si realmente implican un cambio sustancial. También hoy, utilizando el método marxista, podemos afirmar la absoluta validez de la caracterización, en el sentido imperialista, del mundo actual.

El desarrollo de la producción y la fusión del capital industrial con el capital financiero crean, siempre más, una situación en la cual a la libre competencia se sustituyen los monopolios, cuyas dimensiones tienden a superar los límites nacionales. Pero esto no quiere decir, como afirman algunos nuevos émulos de Kautsky, que estamos yendo hacia la creación de un único gran trust mundial, que regule en modo pacifico toda actividad humana y que haga inútil la presencia de Estados nacionales. En realidad, se trata de un proceso que es todo lo contrario a un proceso lineal, en el cual se crean nuevos monopolios, otros mueren y las diferencias entre las clases y las diferencias entre los diferentes países continúan a aumentar en vez de reducirse. Además, la creación de grandes multinacionales no minimiza la importancia central de los Estados, es mas, su papel se torna siempre mas fundamental para la sobrevivencia del capitalismo.       

Podemos dar algunos ejemplos. El fracaso de la ultima reunión del WTO fue causado por el hecho que los países imperialistas quieren imponer la supremacía de su producción sobre la de los países dependientes (es decir, aquellos que no han podido crear una burguesía propia en condiciones de desarrollar un papel autónomo), condenando a la miseria a sus pueblos. La oposición del gobierno italiano al proyecto de fusión entre las carreteras nacionales y españolas, así como la creación por parte de Paris de una lista de empresas estratégicas que no deben terminar bajo control extranjero, prueban que también entre países imperialistas los intereses son todo lo contrario de convergentes, y que el reclamo común a los valores de "occidente" no significa mucho, si no un tácito acuerdo para continuar con las políticas de rapiña en los países dependientes. En esta óptica, el recurso a la guerra (llamada "guerra al terrorismo" o "intervención humanitaria") no es un incidente casual, sino uno de los modos en como la competición entre los países imperialistas se evidencia claramente.

Las potencias imperialistas dejan ver que entre ellas hay evidentes contradicciones, que en esta fase se manifiestan en las guerras comerciales, en las maniobras diplomáticas, en las diversas estrategias de intervención militar, pero en futuro podrán desembocar en enfrentamientos bélicos similares cualitativamente ha aquellos que la historia ha registrado en el siglo pasado.

Los EE.UU., teniendo una neta superioridad militar respecto a las otras potencias, intentan hacer valer su poder militar en la competición mundial para confirmar su hegemonía; pero las naciones europeas no aplican políticas sustancialmente diferentes. Europa no es portadora de valores diversos, inspirados en una mayor humanidad (recordemos los crimines de Inglaterra en la India, de Francia en Argelia, de Italia en Libia y, más recientemente, en Somalia): su exhortación a la diplomacia es solo instrumental, y señal de una condición de mayor debilidad militar. Cuando no puede proceder de otra manera, usa los mismos medios de Washington (Irak, Afganistán, Líbano).

En esta obra criminal, Italia aspira a tener un papel que no sea secundario. La penetración en mercados extranjeros de las multinacionales italianas (Unicredit, Fiat, Eni, etc.) imita el carácter depredador de las otras potencias, privilegiando su presencia en los países donde no haya garantías para los trabajadores, asegurándose, así, enormes y grandes beneficios. Coherente con esta política es la facilidad con la cual Roma envía tropas de ocupación a todos los rincones del planeta, llegando a sumar un número de militares que es segundo solo a EE.UU. y a Gran Bretaña.

Por estos motivos los comunistas se declaran, de frente a cada agresión imperialista, de la parte del país dependiente - mas allá de la naturaleza del gobierno que lo conduce -, y por el derrotismo bilateral en el caso de conflicto entre dos países imperialistas; en ambos casos reivindicando la necesidad de una lucha basada en un programa consecuentemente revolucionario.

Una lucha que tenga como fin la destrucción del capitalismo - en base a todas las barbaries que vivimos y el rechazo de toda ilusión reformista en relación a la ONU (responsable de las políticas criminales del imperialismo, desde la creación de Israel en 1948, pasando por la Guerra de Corea en el 1951, hasta el embargo genocida en Irak) o al derecho internacional para la resolución de los conflictos - es un punto imprescindible de cada organización que se defina revolucionaria. En ausencia de esta perspectiva, se desarrollaran otras guerras de agresión (el próximo objetivo probable del imperialismo estadounidense será Irán) y, con el agravarse de la crisis y de la competición entre los bloques imperialistas, se producirán, antes o después, encuentros armados entre los mismos.

Los comunistas denuncian la otra cara de la moneda de la guerra imperialista, y es que esta es el instrumento para oprimir al proletariado de los mismos países imperialistas, creándose - por la difusión del espíritu social-chovinista en la sociedad y entre los mismos trabajadores - una condición en la cual se vuelve aun mas difícil la propaganda y la agitación revolucionaria, gracias también al monopolio de la información en manos de la burguesía. Esta usa los acontecimientos bélicos para regimentar la sociedad y conducir, con menor resistencia, las contrarreformas políticas y sociales internas.

 

Tesis 4 - DESPUES DEL DERRUMBE DEL STALINISMO

 

La caída de los Estados obreros - que degeneraron como consecuencia del desarrollo aberrante de la burocracia parasitaria stalinista y colapsaron bajo el peso de las contradicciones producidas - inclusive determinando una derrota histórica para el proletariado, ha abierto nuevas posibilidades para el desarrollo de una verdadera perspectiva socialista. Nuevas contradicciones entre las clases han estallado a nivel mundial, haciendo que sea siempre más urgente el retorno al programa original que ha permitido a los bolcheviques conquistar el poder.

 

Entre 1989 y 1991 se sucedieron aquellos acontecimientos que han provocado la caída de los Estados obreros de Europa del este - gobernados por la burocracia stalinista - y que han dado inicio a la restauración capitalista. La rapidez con la cual se ha desarrollado este proceso ha sorprendido ha quien consideraba tener frente a si sistemas sociales particularmente sólidos, destinados a durar por mucho tiempo. En realidad, la naturaleza de estos regimenes estuvo siempre caracterizada por su inestabilidad estructural. Por diferentes motivos:

 Primero de todo, por como la burocracia - un estrato privilegiado de dirigentes del Estado y del Partido - ha conquistado el poder, primero en la URSS y luego en las "democracias populares": no en cuanto desarrollo dialéctico y natural de la revolución de Octubre y de los principios del marxismo, sino como su negación termidoriana.

De hecho, para afirmarse debió eliminar físicamente toda la vanguardia revolucionaria en Rusia y a nivel internacional y, para justificar su poder, tuvo que romper con los principios básicos del marxismo revolucionario, llegando a teorizar la construcción del "socialismo en un solo país", o sea, la coexistencia con el capitalismo internacional. A esto hay que sumar la naturaleza contradictoria de estos Estados. La destrucción del sistema capitalista con la abolición de la propiedad privada, factor en si históricamente progresivo, ha chocado con el hecho de que la planificación económica era elaborada no para satisfacer las necesidades de la población, sino para tutelar los intereses y los apetitos parasitarios de la burocracia dominante.

Esta situación, ligada al control policial de la sociedad por parte de la burocracia, ha provocado, de forma periódica, insurrecciones obreras, cuyos objetivos eran el restablecimiento de una verdadera democracia obrera y del control real por parte de los trabajadores sobre la economía y sobre el Estado: Alemania del este en 1953, Hungría en 1956, Checoslovaquia en 1968, Polonia en el periodo que va desde finales de los años '70 e inicios de los '80.

La derrota de estas revoluciones políticas por falta de una dirección revolucionaria, la desacreditación que el "socialismo real" adquirió ante las masas, la gravedad de las medidas adoptadas para reintroducir, de manera siempre mas sistemática, mecanismos de mercado a partir de los años '80, han creado condiciones tales, que las contradicciones acumuladas en decenas de años llegaron al punto de ruptura.

En el derrumbe de los Estados obreros, una característica común fue que el proletariado no solo no logro desarrollar un papel independiente respecto a las fuerzas que proponían una solución pro-capitalista al colapso del stalinismo, sino que, en casi todos los casos (excepto en una fase inicial en Rumania), no fue ni siquiera protagonista de aquellos acontecimientos, ni aunque con un papel subalterno. Esto ha sido posible porque en todos estos países no existía una organización revolucionaria de los trabajadores. La principal responsable de tal ausencia fue la represión stalinista, a la cual hay que agregar la política de la corriente mayoritaria del trotskismo internacional (el Secretariado Internacional, que luego se llamo Secretariado Unificado, de Pablo, Mandel y Maitan), que en los años '50 sostenía la teoría de la inutilidad de  la construcción de partidos  basados en el programa de la Cuarta Internacional en los países obreros, esperando una espontánea evolución hacia la izquierda, en un sentido revolucionario consecuente, de la burocracia stalinista.

Sin embargo, el derrumbe del stalinismo fue desde el primer momento un proceso no lineal. Por un lado, el desarrollo monstruoso de la burocracia parasitaria, que fue la expresión característica unida al peso de las explosivas contradicciones que se produjeron, ha determinado la caída de los Estados obreros degenerados: no obstante, la caída de estos unida a la restauración del capitalismo, ha marcado una derrota histórica para los trabajadores, y no solamente en los países comprometidos en este proceso. El mercado y la democracia burguesa han comportado la caída en vertical de los salarios, el aumento de la desocupación, la destrucción del estado social y, más en general, de todas las conquistas revolucionarias de los trabajadores.

En la ex-URSS y en la ex-Yugoslavia se verificaron guerras sangrientas entre las diferentes nacionalidades que hasta entonces habían convivido en Estados multinacionales: esto fue posible, no por el reflorecimiento de un ancestral odio étnico artificialmente reprimido, sino por la brusca desaparición de los vínculos sociales que hasta ese momento habían existido. Mientras decenas de millones de personas precipitaban en un estado de absoluta indigencia, pocas elites acumulaban riquezas exorbitantes. Se trataba, sobre todo, de ex-burócratas que se convertían rápidamente en la nueva clase burguesa. Se confirmo la previsión de Trotsky, según la cual si la burocracia stalinista no era eliminada por una revolución política, se transformaría en el sujeto que habría permitido la restauración del capitalismo.

Desde otro punto de vista, el modo particularmente violento y brutal en que se ha dado el retorno al libre mercado ha provocado que desde el inicio se manifestasen resistencias al curso emprendido por la historia. Hagamos algunos ejemplos: en Rumania, a inicios de los '90, los mineros se manifestaron y enfrentaron contra aquellos sectores de la sociedad, sobre todo estudiantes, que reclamaban pasos decisivos en la reformas del mercado. En Albania, en el '97, después del fraude de las "sociedades pirámides", hubo una verdadera y propia revolución, con la creación embrional de un contra poder a través de organismos de tipo consegil, también derrotada gracias a la intervención de las tropas imperialistas italianas y a la falta de una dirección consecuente. En Rusia, todo el periodo del gobierno Eltsin fue caracterizado por la oposición de los trabajadores a las privatizaciones, oposición que ni siquiera el golpe contra el Parlamento del 1993 y la instauración de un régimen bonapartista lograron frenar totalmente.

En conclusión, podemos afirmar que el retorno al capitalismo no ha dado los frutos esperados a sus sostenedores, no ha señalado el comienzo de una nueva era de desarrollo y bienestar, es más: quien preveía que la creación de nuevos mercados habría evitado las crisis en el mundo capitalista ha sido desmentido. La restauración del capitalismo y el consecuente refuerzo del imperialismo, ha significado una derrota para el proletariado internacional. Sin embargo, contemporáneamente, el derrumbe del stalinismo y el fracaso del mercado han demostrado que la verdadera alternativa para la humanidad puede llegar solo de una revolución que recoja los principios originales del bolchevismo, defendidos y desarrollados por la Oposición de Izquierda y por la Cuarta Internacional de los orígenes. En este sentido, no es contradictorio afirmar que de esta derrota puedan nacer nuevas victorias.

 

Tesis 5 - LA REVOLUCION PERMANENTE EN LOS PAISES DEPENDIENTES EXIGE OTRAS DIRECCIONES

 

Históricamente, el desarrollo de la burguesía imperialista tiene una relación directa con el saqueo de los países dependientes. Por este motivo, la lucha de liberación de los pueblos oprimidos solo se puede realizar dentro del proceso de "revolución permanente", que desarrolle - como única solución posible - las reivindicaciones democráticas en lucha hacia y por el socialismo y la dictadura del proletariado. Para este fin son necesarias direcciones políticas diferentes de las actuales, que son pequeño-burguesas y nacionalistas, subordinadas al imperialismo: hacen falta partidos independientes, basados en un programa revolucionario.

 

Lenin explica en "Imperialismo, fase superior del capitalismo" como el capital ha añadido a los múltiples viejos motivos de la política colonial la lucha por las materias primas, por la exportación de capital, por las esferas de influencia, o sea, por las regiones que ofrecen negocios ventajosos, concesiones, beneficios monopólicos, la lucha por el territorio económico en general y para debilitar los directos competidores imperialistas. Con el inicio de la descolonización a mitad del novecientos, las ex-colonias han conquistado formalmente la independencia política de sus opresores, pero no han quebrado el dominio económico y financiero al cual quedaron sujetas. Las direcciones nacionalistas, precisamente por defender los propios intereses de clase, no podían ir mas allá de las reivindicaciones democráticas inmediatas, terminando por sacrificar también a estas, por su alianza con el imperialismo. Estos países, por lo tanto, luego de haber alcanzado su independencia formal, quedaron rehenes del imperialismo, que los controla a través de un complicado sistema financiero hecho de deudas, de inversiones de capitales, etc. El stalinismo, dejando a la deriva las revoluciones anticoloniales, tiene enormes responsabilidades precisamente por haber sometido, antes y después, los procesos de liberación nacional, los trabajadores y las masas populares, a las direcciones nacionalistas burguesas. He aquí porque solo una dirección proletaria, un partido comunista que defienda la propia independencia política y organizativa, puede, a partir de las reivindicaciones democráticas (reforma agraria, verdadera independencia nacional, asamblea constituyente, derechos civiles, etc.), dirigir el proceso revolucionario hasta romper con el imperialismo y avanzar en la revolución socialista en el marco de la revolución permanente.

Se confirma, en fin, la validez de la teoría de la revolución permanente de Trotsky, que afirmaba: "Para los países (...) coloniales y semicoloniales, la teoría de la revolución permanente significa que la verdadera y acabada solución de sus problemas de democracia y libertad nacional no se puede concebir si no por obra de la dictadura del proletariado, que asuma la dirección de la nación oprimida y, ante todo, de sus masas campesinas." (De "¿Que cosa es, por lo tanto, la revolución permanente? Tesis", 1929).

Si es verdad que hoy ningún país posee colonias comparables a las de los siglos pasados, es igualmente cierto que el mundo nunca estuvo dividido entre potencias y países dependientes como actualmente. Desde Medio Oriente hasta América Latina, son siempre más numerosos los pueblos que reclaman un futuro diferente al presente, hecho de hambre, miseria, desocupación, guerras. Entre estos, el pueblo palestino es uno de los mas expuestos directamente y sometidos al dominio imperialista. Los palestinos, todavía hoy, ven negado incluso el derecho a la formal independencia nacional; son victimas de un verdadero y propio caso de colonialismo.

La segunda Intifada y la reciente victoria electoral del Movimiento de Resistencia Islámico sunita Hamas han mostrado, a pesar de todo, como el pueblo palestino rechace la política capituladora y la corrupción de la ANP, dirigida por Al Fatah, demostrando su determinación a continuar con la lucha de liberación. Al mismo tiempo, sabemos que, de ningún modo, la dirección islamista de Hamas, que ya ha llegado a acuerdos con Al Fatah, puede representar plenamente las legitimas aspiraciones históricas de las masas palestinas. De aquí la necesidad de una dirección proletaria consecuente también en Palestina.

Aunque Irak se encuentra hoy bajo la directa ocupación militar por parte de las potencias occidentales. Sin embargo, el plan imperialista para un rápido sometimiento del pueblo iraquí a su propio dominio, ha encontrado en su camino una resistencia armada arraigada en el pueblo que no preveía. La resistencia iraquí ha inclusive obligado a los EE.UU. a renunciar de agredir, hasta hoy, a Irán y Siria.

Es deber de todos los comunistas sostener estas luchas de liberación (Palestina e Irak), independientemente del juicio que tengamos de sus direcciones; sea porque cada derrota del imperialismo es un golpe al sistema capitalista y estimula la reacción del movimiento obrero mundial; sea porque solo participando en la lucha contra el imperialismo en un frente único - manteniendo la propia independencia política y organizativa - es posible quitarles de las manos a las direcciones nacionalistas, pequeño-burguesas y fundamentalistas, las fuerzas proletarias, para conducirlas hacia la construcción de partidos comunistas. Esta es la única garantía para el desarrollo en sentido socialista de la lucha actual que, al contrario, será frenado por las presentes direcciones, capitulando inevitablemente, antes o después, al imperialismo. La lucha por otra dirección es, además, la única forma de contener la influencia del fundamentalismo islámico (que hoy predomina después de la crisis de las direcciones pequeño-burguesas y stalinistas) entre las masas de estos países.

También América Latina esta atravesada por fuertes movimientos antiimperialistas: las insurrecciones populares que se dieron en Argentina, Venezuela y Bolivia a partir del 2001, y el desarrollo de grandes movimientos de lucha en Brasil, han demostrado ampliamente como estos pueblos busquen una solución a la propia pobreza y ruina económica causada por el imperialismo.

Este difundido sentimiento popular ha llevado al poder, en ausencia de un fuerte y arraigado partido marxista revolucionario, a fuerzas populistas (Chávez y Morales), socialdemócratas (el PT de Lula) y liberales que han, de hecho, favorecido la relativa estabilización del dominio burgués. Así los varios Kirchner y Lula se demostraron los mas fieles ejecutores del pago de sus deudas externas, que cargan, obviamente, sobre las espaldas de los trabajadores, y renunciando a cualquier medida progresista en favor de las masas.

El mismo Chávez, dando su plena confianza a las fuerzas armadas y evitando de expropiar a los grandes magnates (comenzando por los del petróleo), ha debilitado en mas de una ocasión el mismo poder conquistado en las elecciones parlamentarias, negándose categóricamente a armar al proletariado y de poner en marcha una política seria de nacionalizaciones bajo control obrero.

Por ultimo, Evo Morales, que llego al poder en Bolivia a través de elecciones pero luego de una verdadera y propia insurrección armada, esta ya demostrando claramente su traición a la causa por la cual fue elegido, limitándose a renegociar con mucha cautela algunas concesiones para la explotación del gas natural por parte de las multinacionales imperialistas.

Aunque en situaciones diversas, la lección de América Latina también es la misma: sin una dirección trotskista, no es posible la superación del sistema de dependencia. Ninguna revolución puede detenerse a mitad de camino, la dirección de las luchas puede ser solo del proletariado que, reagrupando a su alrededor a las masas populares, avanza hacia la revolución socialista, arrastrando otros países detrás del propio ejemplo, en el marco de la revolución permanente. O la dirección de estas luchas será una dirección socialista e internacionalista (solo el apoyo de las masas de los países capitalistas avanzados puede hacerlas vencer definitivamente) o será imposible que una dirección burguesa rompa sus vínculos con los capitalistas extranjeros.

 

Tesis 6 - ITALIA: LOS DOS POLOS DE ALTERNANCIA BURGUESA

 

Después de la restauración del capitalismo en la URSS y luego del fenómeno "tangentopoli" ["tangente": "coima"], en Italia hemos asistido a un cambio político radical en el interior de la mismas formaciones burguesas. La afirmación del sistema mayoritario, el nacimiento de nuevos partidos, la transformación del PCI (Partido Comunista Italiano) en PDS (Partido democrático de Izquierda) - ahora DS, Demócratas de Izquierda - han abierto el camino a la alternancia de gobiernos de centro-derecha y de centro-izquierda. La política económica de ambas formaciones burguesas (desde el primer gobierno Berlusconi hasta el actual gobierno Prodi) estuvo caracterizada por un mismo elemento en común: la defensa de los grandes grupos capitalistas italianos, frente a la crisis coyuntural, a través de políticas anti-obreras.

 

Entre el final de los años '80 e inicios de los '90, con la restauración del capitalismo en la URSS y en los Estados obreros degenerados de Europa oriental, la burguesía europea ha inaugurado un nuevo curso político, sea en relación a los diferentes partidos stalinistas, sea en relación de los partidos de origen socialdemócrata y socialista. Con el Tratado de Maastricht del 1992, el nacimiento de la Unión Europea y la introducción del euro en el 2002, el capitalismo de los principales países europeos (Francia y Alemania in primis) ha intentado traducir el fracaso del Pacto de Varsovia en fortalecimiento del polo imperialista europeo. En este marco, los partidos ex-socialistas y ex-comunistas (stalinistas) asumieron una nueva apariencia: en algunos casos se han transformado en representantes directos - evolucionando de partidos obreros burgueses a partidos liberales - de los intereses de las diferentes burguesías nacionales (por ejemplo: la socialdemocracia alemana con Schroeder, los socialistas franceses con Jospin, los laboristas ingleses con Blair, el PDS en Italia); además, nacieron nuevos partidos que asumieron el papel clásico de la socialdemocracia (como es el caso del PDS alemán y el PRC- Partito della Rifondazione Comunista en Italia).

En nuestro país, el fin del bloque soviético, asociado al caso "tangentopoli", ha significado un cambio político radical en el interior de las mismas formaciones burguesas: casi todos los viejos partidos han desaparecido o han sufrido transformaciones, comenzando por la disolución de la DC (Democracia Cristiana) y del PSI (Partido Socialista Italiano), del nacimiento de Forza Italia y Liga Norte, hasta la transformación del MSI (Movimiento Social Italiano) en AN (Alianza Nacional). Sobre todo, luego de la caída del muro de Berlín, en 1990 el XIX Congreso del PCI sanciono el pasaje a PDS (luego DS), abandonando, también en el nombre, cualquier referencia al comunismo y con la asunción de un programa liberal de representación directa de los intereses de la burguesía italiana. Con la imposición, en 1993, de un sistema electoral con predominio mayoritario, por mas de una década se sucedieron gobiernos de centro-derecha y de centro-izquierda: no obstante se haya hablado del fin de la "primera Republica", en realidad, se ha tratado de un simple "cambio de traje institucional" por parte de los mismos grupos capitalistas que, desde la posguerra hasta hoy, manejan las riendas de la economía italiana.

La burguesía italiana, a partir de los grandes grupos bancarios y la Confindustria, se ha adaptado a los varios gobiernos en cargo: primer gobierno Berlusconi (1994); gobierno Dini (1995); primer gobierno Prodi (1996), seguido por el gobierno D'Alema (1998); Segundo gobierno Berlusconi (2001). La política económica de estos gobiernos, independientemente de las formaciones políticas que lo conformaban, fue caracterizada por el mismo hilo conductor: la defensa de los grandes grupos capitalistas italianos, de frente a la crisis coyuntural, a través de políticas anti-obreras. Las recetas, que consisten en hacer pagar la crisis a los trabajadores, contienen los mismos ingredientes: desmantelar el estado social con graves recortes a la salud, educación, servicios sociales; aumento de la edad de jubilación; precarización salvaje de las relaciones laborales; drástica disminución del poder adquisitivo de los salarios; incentivos a las empresas y privatización de los entes públicos. En ocasión de las recientes elecciones del 2006, la crisis del berlusconismo se ha traducido en la toma de posición explicita por parte de la Confindustria, en la voz de Montezemolo, a favor de la formación de centro-izquierda y de la Unión, y sosteniendo la futura constitución de un "partido democrático" que facilite la alternancia entre las dos formaciones burguesas mas importantes.

Lo que ha provocado a los principales grupos capitalistas del país a cambiar caballo fue, antes que nada, la incapacidad del gobierno de derechas de garantizar la paz social necesaria al capitalismo para continuar a producir beneficios, sin turbulencias, sobre las espaldas de los trabajadores.

La incapacidad del gobierno Berlusconi de actuar políticas de concertación - es decir, de obtener el consenso de las burocracias sindicales, comenzando por la CGIL (Confederación General Italiana de los Trabajadores), a las políticas liberales - se ha traducido en el estallido de fuertes protestas sociales: desde las manifestaciones de millones de trabajadores en defensa del articulo 18, hasta las luchas radicales de los obreros de Melfi, de los conductores de autobús y trenes, de los estudiantes, de los habitantes de Scanzano. No es casualidad que las grandes familias del capitalismo italiano y los grandes Bancos - desde Montezemolo a Tronchetti Provera, desde Banca Intesa a Unicredit, desde Banca San Paolo a Monte dei Paschi - hayan aplaudido la victoria, aunque si por un estrecho margen de votos, de la Unión. La entrada del PRC en el equipo de gobierno es un nuevo elemento estratégico: Rifondazione Comunista asume el papel de cobertura de izquierda de las políticas filo patronales del gobierno, es el bombero de los conflictos sociales. Si por un lado la burguesía tiene como objetivo recomponer, con la concertación, la fractura entre la CGIL y el gobierno con el fin de controlar y acallar las luchas obreras, por el otro necesita, mas aun en una fase de crisis económica, prevenir la posible explosión de conflictos, no inmediatamente enmarcados en el frente sindical, a partir de los movimientos juveniles contra la Guerra y contra la precariedad (se vea el ejemplo francés). La asunción directa por parte del PRC de responsabilidades de gobierno, con Bertinotti como presidente de la Cámara de Diputados y Ferrero como ministro, es una carta que la burguesía italiana juega con el fin de consolidar su propio dominio: una victoria para los patrones, una derrota para las luchas y conflictos sociales de un entero periodo.

 

Tesis 7 - ITALIA: UN PERIODO DE LUCHAS

 

Las luchas obreras de los últimos años demuestran la inconsistencia de las teorizaciones sobre el final de la lucha de clases y de la desaparición de la clase obrera. Una joven y combativa clase obrera se ha echado a las calles a pesar de las traiciones de las direcciones sindicales y políticas. En la construcción del partido revolucionario, trabajaremos por la unificación de las luchas y por ganar a la vanguardia del proletariado para el programa socialista.

 

Contra las teorías de presuntos intelectuales de "izquierda" que nos dicen que la época que estamos viviendo a significado el fin de la lucha de clases y de la desaparición de la clase obrera, las luchas de los últimos años en Italia demuestran que esta existe y, hoy mas que nunca, se echa a la calle contra la degradación de las condiciones de trabajo, la precariedad, los despidos, los salarios siempre mas reducidos, el aumento de la explotación que se manifiesta a través del aumento de los ritmos de trabajo, de las horas trabajadas y de los accidentes, todo esto en el marco de perdidas constantes de las conquistas sociales y sindicales obtenidas por el movimiento obrero en largos periodos de lucha.

Basta, solamente, volver a recorrer los años mas recientes para darse cuenta que, de forma intermitente pero con fuerza, ha habido movilizaciones significativas que han interesado diferentes sectores de trabajadores, desde los metalúrgicos a los trabajadores del transporte, de la limpieza, a los inmigrantes, a los estudiantes y a los trabajadores de la educación, junto a las luchas territoriales ligadas a los fenómenos de la liquidación y devastación de los territorios y de los ataques a la salud publica.

Entre las luchas sindicales mas significativas debemos evidenciar las luchas de los conductores de autobuses y trenes que se extendieron por toda Italia, prolongándose como reacción al acuerdo firmado por la burocracia sindical, con huelgas espontáneas y radicales; la resistencia obrera contra la crisis de la Fiat en el 2003; la lucha por los contratos de los metalúrgicos en el 2003 con grandes movilizaciones y huelga general; la lucha en Alitalia, en la cual los trabajadores, contra el desmembramiento empresarial y la expulsión de la fuerza trabajo como su consecuencia, ocupan las calles y la estación aérea; los veintiún días de lucha de los obreros de la Fiat de Melfi, que con la consigna de "huelga prolongada hasta la victoria" ponen en discusión el modelo de fabrica integrada donde rigen, con el consentimiento de los sindicatos, la explotación en la cadena de montaje, "gabbie salariali" ["jaulas salariales": contratos tipo por sectores, que cambian las condiciones de la contratación en negativo, pero cobrando siempre la misma cifra], derogación de las normas que prohíben el trabajo nocturno de las mujeres; la radicalización de las luchas con piquetes y huelgas salvajes en las acerías AST de Terni contra el cierre y el traslado de las instalaciones fuera del país; y las sesenta horas de huelga en el 2005 de los metalúrgicos por la renovación de la parte económica del contrato nacional, con doscientos cincuenta mil trabajadores en la calle.

Y mas recientemente: la huelga y la manifestación de los treinta mil trabajadores de la limpieza, sector en el cual mas del 70% de los trabajadores es precario y vive graves condiciones laborales; la lucha de los trabajadores precarios del call-center Atesia, que en la indiferencia de las instituciones burguesas, de la burocracia sindical y de las fuerzas políticas de la izquierda de gobierno, se movilizan y se autorganizan contra los despidos y los acuerdos firmados por los sindicatos confederales y contra las políticas del ministro de "izquierda" Damiano.

Son solamente algunos ejemplos de luchas obreras que en realidad han tenido, y siguen teniendo, difusión a través de pequeñas y grandes luchas en toda Italia, y a las cuales se van agregando las batallas conducidas por un nuevo movimiento estudiantil que salio a la calle en noviembre del 2005 contra la reforma Moratti, después de haber ocupado universidades en toda Italia; las innumerables movilizaciones de los inmigrantes contra la ley Bossi-Fini y por la conquista de derechos sociales; las rebeliones populares contra el incinerador de Acerra construido por Bassolino; contra el deposito de escorias nucleares decidido por el gobierno Berlusconi en Scanzano; contra la construcción del puente en el estrecho de Messina y contra el TAV (Tren de Alta Velocidad) en Val di Susa.

Pero, ¿cuales son las características de estas luchas? Antes que nada salio a la calle una nueva generación de trabajadores, combativos, que viven hoy, mas que sus padres, la explotación, la precariedad. Han elegido métodos de lucha radical, por fuera de las reglas, como los cortes de carreteras, piquetes, huelgas prolongadas. Se han verificado enfrentamientos con las burocracias sindicales, en medio del rechazo general a la concertación, con epílogos, en algunos casos, dramáticos, como el despido de algunos obreros de la Fiat de Pomigliano d'Arco que se habían opuesto al acuerdo firmado por los sindicatos.

Pero algunas de estas luchas han puesto al desnudo el conflicto entre los trabajadores y sus direcciones sindicales y políticas, cosa que ha producido frecuentes derrotas. La burocracia sindical y fuerzas políticas como el PRC, solo en palabras cercanos a los trabajadores, han contenido y desviado las potencialidades que surgían de estas luchas y, de frente inclusive a un gobierno reaccionario como el de Berlusconi, han querido recorrer todas las etapas necesarias para preparar el compromiso de clase realizado luego en el gobierno Prodi, renunciando a concentrarse en la lucha por la caída del gobierno Berlusconi.

De frente a la traición de las direcciones reformistas y sindicales es necesario construir una dirección alternativa de los movimientos de lucha que inevitablemente se desarrollaran también en el futuro dadas las contradicciones de la actual fase histórica. Precisamente esa clase obrera, que como hemos visto no ha desaparecido, podrá ser el sujeto del cambio si se convierte en "clase para si", es decir, si utiliza conscientemente su importancia central en el proceso productivo, asume un rol político y si se opone a la clase dominante para derribarla. Este proceso se enlaza con la acción determinante del partido revolucionario, que debe intervenir en todas las luchas con un programa transitorio que haga comprender a los trabajadores la necesidad de la conquista del poder.

 

Tesis 8 - ITALIA: EL NUEVO GOBIERNO PRODI, AL SERVICIO DE LA BURGUESIA

 

Desde el primer momento el gobierno Prodi mostró claramente su carácter de clase: es un gobierno de la burguesía italiana, apoyado por la Confindustria, que tiene la intención de descargar los costos de la crisis del capitalismo sobre los trabajadores, como lo demuestran los presupuestos de treinta y dos (32) mil millones de euros. Es un gobierno de guerra y de rapiña, que renueva las misiones coloniales (Afganistán) y envía militares al Líbano en defensa de Israel. Ningún cambio de ruta, con respecto al gobierno Berlusconi, ha sido previsto en las políticas sociales: una vez más se anuncian recortes a los gastos públicos en los sectores del Empleo Público, Salud, Entes Locales y Jubilaciones.

 

El gobierno de la Unión nació tambaleándose, con un puñado de votos de ventaja respecto al centro-derecha, con la inestabilidad consecuente en el Parlamento (sobre todo en el Senado, donde la diferencia de votos es mínima). El decepcionante resultado electoral, a pesar del apoyo explicito a la Unione por parte de los patrones italianos representados en la voz de Montezemolo y Confindustria, se explica con la incapacidad - después de cinco años de desvastantes políticas antiobreras del gobierno Berlusconi - de interpretar el malestar de millones de trabajadores y jóvenes empobrecidos y abatidos por las salvajes políticas antiobreras. Pero el nuevo gobierno Prodi, si no goza de una amplia mayoría parlamentaria, tiene, en cambio, las ideas clarísimas sobre el programa que pretende aplicar: un programa de lágrimas y sangre, de penas y sacrificios para los trabajadores. Ya antes de las elecciones en el programa de la Unión estaba escrito negro sobre blanco: ningún cambio sustancial de ruta respecto a las poéticas berlusconianas, solo alguna que otra precaución para que la Confindustria y el capitalismo italiano duerman y sueñen tranquilos; un programa de la burguesía para la burguesía, contra los trabajadores.

Si el gobierno Prodi no puede contar con una amplia mayoría en el parlamento, puede, sin embargo, presentar a los patrones italianos validas credenciales. Es, de hecho, un gobierno que se apoya en la concertación, es decir, sacrifica las razones de los trabajadores sobre el altar de los intereses de la Confindustria. La CGIL, como ha anunciado explícitamente Epifani en la conclusión del ultimo congreso, será el garante de las políticas antiobreras de la Unione, en el intento de ofrecer a los patrones esa "paz social" que Berlusconi no supo garantizar: a las aparentes criticas de Epifani por las primeras maniobras del gobierno (que se explican con el conocido juego de la concertación: las burocracias sindicales alzan la voz al principio para luego jactarse ante los ojos de los trabajadores de haber arrancado conquistas inexistentes) siguió el apoyo a los Presupuestos del Estado.

Así, la entrada de Rifondazione Comunista en esta administración - incluyendo un inservible y grotesco ministerio "para la solidaridad" (Ferrero) - tiene el objetivo de garantizar la cobertura "a la izquierda" del gobierno de los banqueros e industriales. De este modo, Rifondazione Comunista ha pasado del otro lado de la barricada, con el triste papel de amortiguador de las luchas sociales.

Antes aun que el gobierno naciera, la Unione, con el aval de Rifondazione Comunista, ha garantizado que la TAV en Val di Susa se realizara. Así, ningún cambio de orientación significativo esta previsto por las otras medidas contra las cuales se batieron los movimientos en estos años. El gobierno Prodi no solo fue el primero a introducir el CPT (Centro de Permanencia Temporal: los campos de detención en los cuales son encerrados los inmigrantes que desembarcan en nuestras costas), sino que tampoco ahora será eliminada la política excluyente que acomuna la ley del centro-izquierda (Turco-Napolitano) y la del centro-derecha (Bossi-Fini). Así, en la escuela y en la universidad se limitan a hacer simples "retoques" a la contrarreforma Moratti (como volver a introducir la comisión mixta en los exámenes de "madurez" , sin poner en discusión ni la autonomía y la paridad escolástica (fue precisamente el centro-izquierda a introducir los financiamientos públicos a las escuelas privadas), ni el doble canal que obliga a la formación profesional a los hijos de los trabajadores, ni la intromisión de las empresas en la instrucción, ni los recortes a la investigación y al personal (ya están confirmados los nuevos recortes de los enseñantes en las escuelas medias).

Pero, sobre todo, son la política económica y la política exterior los rasgos que ponen más en evidencia el carácter de clase del gobierno. El ministro de economía, Tommaso Padoa-Schioppa, ha comenzado una campaña en la prensa por el retorno del "déficit y la deuda dentro de los parámetros europeos". La maniobra financiera de fin de junio [las primeras aplicaciones de los recortes preparados por los presupuestos] fue solamente el anticipo del mazazo que nos espera en otoño. La de junio fue descrita como una "maniobrita" de alrededor de ocho (8) mil millones de euros, que recorta quinientos (500) millones de euros de los contratos del empleo publico y que, combinada a los decreto-ley que liberalizan completamente la economía, golpea algunos sectores de la pequeña-burguesía a ventaja de los grandes grupos económicos y financieros. Los presupuestos de otoño tienen, en cambio, un sabor mucho mas amargo: los recortes estructurales previstos a los gastos públicos en los sectores del Empleo Publico, Salud, Entes locales y jubilaciones se desataran como un huracán sobre lo que quede del estado del bienestar, el salario indirecto será segado y empeoraran las condiciones de vida de los trabajadores y de las masas populares. Después de haber cargado de tasas nuevamente las jubilaciones publicas, ya están preparando el golpe definitivo con el Tfr/Tfs [Tfr: "Trattamento di fine rapporto", Tratamiento final de relaciones {laborales}. Tfs: "Trattamento di fine servizio", Tratamiento final de servicio]. Estos presupuestos están al servicio de relanzar el capitalismo italiano en los mercados europeos con la sangre de los trabajadores, y a quitar recursos a quien tiene poco para ofrecer incentivos a quien ya tiene mucho.

Todo esto sucede mientras D'Alema y Parisi renuevan la misión en Afganistán (donde centenares de civiles continúan a morir bajo los bombardeos de los liberadores "occidentales") y envían naves militares, aviones de guerra y miles de militares al Líbano para desarmar a Hizbulah y al pueblo palestino y defender Israel, el gendarme que el imperialismo estadounidense y europeo utilizan para garantizarse el control de una región crucial por sus riquezas naturales (petróleo, etc.).

 

Tesis 9 - RIFONDAZIONE COMUNISTA: QUINCE Años DE REFORMISMO

 

El PRC (Partito della Rifondazione Comunista) no nació de un impulso nostálgico y artificial, sino de una necesidad real. La crisis del stalinismo y la exigencia de reconstruir un movimiento obrero autónomo e independiente han ofrecido un espacio inédito de representación política y social, ocupado en estos años por un aparato dirigente que, persiguiendo constantemente - desde la oposición al gobierno - la colaboración de clases con la burguesía liberal, ha realizado una refundación fracasada.

 

Rifondazione Comunista se afirmo como una verdadera novedad en el marco político italiano, atrayendo sectores de la vanguardia del movimiento obrero y ex-militantes de la extrema izquierda, que hasta aquel momento no habían encontrado un espacio de representación real. La naturaleza política del PRC fue, desde el inicio, caracterizada por la tradición de su grupo dirigente que - si bien representase un sector minoritario del viejo PCI, critico con la trayectoria liberal-democrática - encarna la esencia de la tradición togliattiana, con todo lo que ha significado esta herencia en relación a la propuesta político-programática: aceptar y promover las alianzas con la, así llamada, burguesía democrática y progresista.

Esta es la contradicción de fondo: el PRC nacía y asumía un rol central como respuesta al fracaso de la practica reformista del PCI, aunque si su aparato dirigente se preparaba por cultura, predisposición y tradición a refundar el partido comunista sobre las mismas bases de aquel fracaso. El PRC era, de hecho, obligado por el marco político italiano, entre 1991 y 1995, a colocarse en la oposición, concebida esta como proceso de acumulación de fuerzas a emplear, luego en la negociación, como instrumento de presión para consolidarse a nivel institucional. después del fracaso en 1993 de la izquierda alternativa (el semi-bloque de oposición con la "Rete di Orlando" [Movimiento per la democrazia-La Rete {Rete di Orlando}: partido político fundado en el '91 por Leoluca Orlando, alcalde de Palermo, con apoyo de movimientos católicos y grupos de diferentes extracciones políticas de toda Italia, reunidos alrededor de un programa de defensa de la democracia en la sociedad civil y en las instituciones en relación a la oligarquía de los partidos tradicionales]), en el 1994 apremiaba el acuerdo con el Polo Progresista, embrión del centro-izquierda (hoy la Unione), canditizándose explícitamente a participar, en caso de victoria, a un gobierno burgués.

Solo la derrota impidió un nuevo salto en su política, es decir, ¡entrar al gobierno!

El proyecto era maduro: consolidarse como fuerza critica a la izquierda del centro-izquierda. Todo el esfuerzo hecho en relación al polo progresista se convirtió en humo por voluntad del, entonces, PDS, empeñado en la formación de una organización política menos numerosa, con el propósito de administrar las políticas del capitalismo italiano: un polo confindustrial, liberal y de masa. En 1995, la oposición contra el gobierno Dini (lucha contra los presupuestos y contra la reforma de las jubilaciones) era dirigida por el PRC, sobre todo a nivel institucional.

En esta fase, Rifondazione Comunista gana, objetivamente, fuerza atrayendo las simpatías de una amplia base de la izquierda: sin embargo, la oposición que ejercía era sindical, y no política (tanto es así, que a nivel local el PRC entraba en muchas juntas dirigidas por el centro-izquierda), llenando el espacio vacío dejado por falta de una alternativa sindical de clase; vacío que había sido provocado por la política de concertación de los sindicatos en relación a los acuerdos con la Confindustria en 1992. La acumulación, por parte del PRC, de este descontento fue, luego, usada en 1996 como moneda de cambio para permitir el nacimiento del gobierno Prodi (sin obtener, a cambio, ningún ministerio) y esta decisión represento la conclusión de un entero curso político. Este curso fue definido, y no por casualidad, en el logo del III Congreso: "desde la oposición al proyecto" [se refiere al proyecto de gobierno].

En el gobierno Prodi (que se llevo a casa verdaderos botines para la burguesía italiana) el PRC consumo todas las tácticas colaboracionistas que ya había realizado desde la oposición, en competición con las representaciones sindicales.

 Pero, progresivamente, se fueron diluyendo los contornos de la política de negociación bertinottiana, hasta obligar a Bertinotti, en el otoño del 1998, a salir del gobierno Prodi, pero proponiendo un gobierno de decantación institucional con la esperanza de recomenzar con un nuevo acuerdo de legislatura, que no se realizo solo por la ruptura del sector controlado por Cossutta.

El PRC, de nuevo obligado a pasar a la oposición del gobierno D'Alema, que surge luego de la experiencia de Prodi, se afirmaba como la principal fuerza política contra la guerra imperialista en Kosovo, cobrando una enorme visibilidad en la base de la izquierda italiana y en el movimiento pacifista. Pero tampoco en esta fase el PRC rompió con el centro-izquierda, tanto es así que asumió como consigna la reclamación a la ONU que actúe como fuerza de paz, y no la necesidad de una confederación Yugoslava y socialista de los Balcanes; inclusive absteniéndose sobre la moción del gobierno D'Alema que preveía la momentánea suspensión del conflicto bélico.

No es casualidad que la falta de una ruptura definitiva, sobre todo con el aparato liberal de los DS, haya preparado el terreno privilegiado en el cual se consolidaron los nuevos compromisos a las regionales de abril del año 2000 (con 14 acuerdos sobre 15) y la no beligerancia en las políticas del 2001.  La crisis de hegemonía social de las políticas liberales, ya bien verificadas en los años '90 por el centro-izquierda, enfrento el nacimiento de un movimiento anti-globalización y pacifista que, después de la manifestación de Génova en julio del 2001 y no obstante la reaccionaria campaña del gobierno Berlusconi, fue el detonador que origino un conflicto social con bases reales en las masas.

Una brisa de aire fresco se alzo en las calles de Italia y una nueva generación levanto la cabeza después de años de pasividad. Joven fue el movimiento antiglobalización. Joven fue el movimiento pacifista. Joven fue la clase obrera que rompió la concertación sindical y se volcó a las calles a protestar. Un viento nuevo de lucha, que atravesó los sectores mas sensibles del mundo del trabajo y de la sociedad civil: desde las movilizaciones de los conductores de autobuses y trenes, de los trabajadores de Alitalia, hasta la heroica resistencia de los obreros de Melfi; desde la lucha de las poblaciones de Acerra contra los incineradores, hasta la batalla contra la TAV. Pero la enorme potencialidad de la cual este movimiento fue expresión, encontró un apoyo tramposo desde el aparato del PRC. Un patrimonio de lucha utilizado por Bertinotti como as en la manga, carta esencial que permitirá realizar un nuevo compromiso de clase en las elecciones políticas del 2006 para entrar en el gobierno burgués de la Unione y volver a crear una fuerza socialdemócrata que acompañe paralelamente la refundación liberal de un "partido democrático" que garantice el dominio de la, así llamada, burguesía "progresista": el "modello Marchionne" precisado por Bertinotti.

Quince años de reformismo, mas aun hoy, en los cuales el PRC asumió la responsabilidad central en las políticas antipopulares que el gobierno de la Unione esta persiguiendo (presupuestos de lagrimas y sangre; poner en marcha la reforma de las jubilaciones, ataque al estado del bienestar; financiación de la guerra imperialista en Afganistán y en Líbano), marcan el final de una refundación imposible y condenada por la política de colaboración de clases, que impone a la vanguardia del movimiento obrero italiano de volver a encauzar el proceso de reconstrucción de la refundación comunista que, o es revolucionaria, o no será.

 

Tesis 10 - QUINCE Años EN EL PRC, PARA CONSTRUIR OTRO PARTIDO

 

La construcción de un partido auténticamente comunista no se produce nunca de forma artificial a través de atajos y simplificaciones: es, sobre todo, fruto de una batalla teórico-política que tiene como fin la creación de un cuerpo seleccionado de militantes activos y de cuadros que se constituyen en vanguardia del proletariado. El partido revolucionario que queremos construir no es un acto estéril de auto proclamación, sino la conclusión de una larga batalla como fracción dentro del PRC en el terreno de las propuestas programáticas y organizativas del marxismo revolucionario, que al mismo tiempo, como demuestra la ruptura con el ferrandismo, ha constituido un instrumento de clarificación y selección militante.

 

Con esta perspectiva, la tendencia que se formo alrededor de la revista "Proposta per la Rifondazione Comunista", después de la escisión de la sección italiana del Secretariado Unificado sobre la base de un debate y de una precisa orientación de la propia tendencia internacional, participo desde el primer momento al nacimiento del PRC, comprendiendo la importancia de un proceso de precomposición del movimiento obrero y reteniendo que ignorar este hecho habría significado perder una ocasión histórica para dar la batalla por las posiciones marxistas revolucionarias en ventaja de un puro auto-conservadurismo.

La formación de una tendencia revolucionaria dentro del PRC, que se construyo en el terreno del marxismo consecuente, se caracterizo desde el inicio por una dura batalla político-programática alternativa a los grupos dirigentes del PRC, entrando constantemente en la contradicción de fondo que ha caracterizado este partido: por un lado la vocación gubernativa [en el sentido electoralista, participar en las instituciones burguesas como única aspiración] del aparato y de su burocracia, y por el otro la radicalización del sector mas sano de su base. Un batalla que tenia como objetivo, no conquistar un sector de influencia y de consenso dentro del PRC con una lógica institucional y electoralista, sino el de construir, desde las propuestas teórico-programáticas, una organización de militantes y de cuadros (no limitándose a una mera batalla de ideas y al reconocimiento formal y platónico de las relaciones organizativas).

Esta perspectiva programática a marcado toda nuestra experiencia política dentro del PRC, en oposición no solo al grupo dirigente mayoritario, sino también al oportunismo que ha caracterizado la experiencia de las actuales "tendencias criticas" (Ernesto, Erre-sinistra critica y, por motivos diferentes, Falcemartello) [Ernesto: sector "togliattiano-stalinista" de Rifondazione Comunista; Erre-sinistra critica: sector "pablista" {"mandelista"} di Rifondazione Comunista, ligado al SU; Falcemartello: sector centrista de Rifondazione Comunista, ligado a Ted Grant]. Desde el primer congreso del PRC, a diferencia de otros sectores, la agrupación original que se era formada alrededor de la asociación "Proposta" exigía, como respuesta a la crisis histórica del stalinismo y del reformismo, la necesidad de la refundación comunista revolucionaria. En el segundo congreso, esta afirmación, que de hecho ha representado el eje de nuestra lucha como fracción dentro del PRC, iba, en 1994, al choque frontal contra la formación del "polo progresista". Se trataba de una batalla como tendencia que construía bases mas sólidas en 1996 durante el tercer congreso, donde la lucha al gobierno Prodi se combinaba con la construcción de un sector de disenso mas amplio, que sobre la base de una plataforma programática, siempre mas acabada y articulada (autonomía del movimiento obrero; polo de clase anticapitalista; rechazo a colaborar con los gobiernos de la burguesía como principio irrenunciable de la acción de los comunistas), en el cuarto y en el quinto, y mas aun, en el sexto congreso represento un punto de referencia fundamental para la construcción en el 2002, después de un largo proceso de aclaración y separación de otras sectores críticos y confusos, de la Associazione Marxista Rivoluzionaria (Amr) Progetto Comunista: esta, indudablemente, fue la arena política y organizativa de la cual nació la Associazione Pogetto Comunista-Rifondare l'Opposizione dei Lavoratori, constituyéndose como instrumento de fundación de un verdadero partido comunista en Italia.

En definitiva, toda nuestra experiencia en el PRC - el trabajo de agrupamiento revolucionario y la lucha de fracción sostenida por mas de quince años - estuvo marcada por la necesidad de reconstruir una autentica refundación comunista, sabiendo que sin la recuperación de los fundamentos políticos-programáticos del marxismo revolucionario, la refundación habría nacido muerta.

Una premisa, esta ultima, no ciertamente como fruto de la improvisación, ya que la historia del comunismo consecuente se ha movido constantemente sobre este terreno: Marx y Engels en la Primera Internacional dieron una dura batalla por el retorno al Manifiesto del Partido Comunista; Lenin y Rosa Luxemburgo desde la izquierda de la Segunda Internacional, en forma ciertamente creativa e innovativa (pensemos al concepto de imperialismo y al desarrollo de la teoría leninista de partido y sobre la cuestión nacional), dieron una batalla consistente por la recuperación del verdadero Marx contra todas las deformaciones revisionistas, reformistas y centristas: sin esa recuperación de los fundamentos marxistas no hubiese nacido el partido bolchevique como partido dirigente de la revolución de octubre; así como, desde sus orígenes, la Oposición de Izquierda y, luego, la Cuarta Internacional, solamente recuperando los fundamentos, que la socialdemocracia y el stalinismo habían destruido, actualizaron el marxismo.

La experiencia practica de la izquierda revolucionaria, que por quince años ha luchado dentro del PRC, demuestra, si bien en forma embrionaria, que la construcción de un partido auténticamente comunista pasa a través de innumerables pruebas antes de transformarse en el partido de la revolución proletaria. Con esta conciencia y perspectiva histórica, hemos considerado que nuestra escisión de la fracción de Ferrando y el nacimiento de la asociación Progetto Comunista-Rifondare l'Opposizione dei Lavoratori fuese indispensable para realizar, sobre las bases programáticas del leninismo, nuestra salida del PRC.

Luego del trabajo común de construcción de la izquierda revolucionaria, del cual el surgimiento de la Amr-Progetto Comunista represento un resultado importantísimo, en el preciso momento que se imponía la escisión del PRC junto al sector de Ferrando, emergieron, a partir de la política organizativa, fracturas insanables: el partido al cual aspiraba Ferrando no era el partido leninista formado por militantes conscientes y de cuadros bien sólidos, sino un partido que no distingue militantes de simpatizantes, recogido alrededor de un guru, así como lo atestigua el recién nacido ferrandiano "Movimiento por la construcción del Partido Comunista de los Trabajadores", confuso en el terreno programático, sin ninguna referencia al trotskismo, ni con el programa, ni con los símbolos.

Bien diferente es el partido que queremos realizar: este ambiciona, como decía Lenin, a "reconstruir el mundo (...) a poner fin a la guerra imperialista mundial que no puede terminar con una paz verdaderamente democrática sin la más grande revolución proletaria de la historia. Es tiempo de tirar la camisa sucia, es tiempo de ponerse la camisa limpia". Es tiempo del nacimiento del partido de la revolución proletaria.

 

Tesis 11 - LA INCONSISTENCIA POLITICA DE LAS "IZQUIERDAS CRITICAS", DENTRO Y FUERA DEL PRC

 

El ingreso del PRC en el gobierno de la Confindustria, dirigido por Romano Prodi, ha tenido el merito de revelar la verdadera naturaleza socialdemócrata y gubernista de esta fuerza política, aclarando al mismo tiempo la sustancial subordinación de las corrientes minoritarias a la actual mayoría, vencedora del sexto congreso del partido. Este evento, además, ha modificado, simplificándolo, todo el marco político italiano: a la izquierda de los grupos socialdemócratas tradicionales (Izquierda DS, Partido de los Comunistas Italianos, PRC), se abrió un espacio inédito para la representación coherente de los intereses de las clases explotadas.    

 

Ernesto y Erre son las dos principales minorías presentes dentro de Rifondazione Comunista. Unidas por mucho tiempo, en la gestión de los intereses del partido, a la mayoría del actual Presidente de la Cámara de Diputados (Bertitnotti), estas fueron obligadas, por la precipitación de los eventos y por la rapidez con la cual la misma mayoría bertinottiana a efectuado el brusco giro gubernista, a dotarse de un "alma critica" que luego del apoyo explicito al gobierno Prodi y a las primeras medidas tomadas por el mismo, la única cosa que le ha quedado de "critica" son sus propias condiciones. En sustancia, estas no representan ninguna alternativa real al actual grupo dirigente: de hecho, en todas las cuestiones principales - es decir, aquellas que históricamente han marcado los limites entre las fuerzas oportunistas y aquellas genuinamente revolucionarias: guerra, apoyo a los gobiernos burgueses y a sus medidas antiobreras, etc. - se han pronunciado a favor de las decisiones tomadas por el PRC y por la coalición a la cual pertenece; a favor de los intereses materiales que esta alianza representa, y así, por su propia naturaleza, enfrentándose a los intereses de los trabajadores, a los inmigrantes y a los pueblos oprimidos, sacrificándolos una vez mas sobre el altar de la colaboración de clases.

El caso de la refinanciación de las misiones militares en Afganistán, en este sentido, es ejemplar: después de haber sostenido por mucho tiempo que el "no a la guerra" tendría que haber sido uno de los rasgos distintivos de la política exterior del nuevo gobierno y que sin esta no podía existir ninguna convergencia con este, han dado, en poco tiempo, un vergonzoso paso atrás que les ha llevado a renegar sus precedentes afirmaciones, hasta llegar a votar en el Parlamento a favor de la refinanciación de la expedición militar, que tiene como único objetivo hacer valer los intereses del capitalismo italiano empeñado a no dejarse escapar la parte del botín que deriva de la agresión y de la explotación de los recursos de los países coloniales. Lo mismo han hecho con la expedición al Líbano: el Ernesto con convicción, Erre quejándose: de todas formas, ninguna de las dos llega a poner en discusión el leal apoyo al gobierno imperialista.

Haciendo una similitud: si el PRC dentro de la Unione tiene la función especifica de mediar con el mundo del trabajo y de hacer que este acepte, sin demasiadas voces discordantes, las políticas que empeoraran las condiciones de su propia existencia, las minorías dentro del PRC tienen la función análoga de hacer aceptar al cuerpo del partido esas políticas y ataques, en modo que el disenso se dirija de cuestiones de vital importancia hacia otras que lo sean menos. Para concluir, estamos seguros que la vida de estas dos corrientes como entidades autónomas y reconocibles, si acaso alguna vez lo fueron, por fuera del PRC, será breve. No se puede dar una mano a los gobiernos burgueses en las instituciones y criticarlos en la prensa o en las calles: o se esta de una parte o de otra. Parece que los dirigentes de estas corrientes ya eligieron de estar de la parte equivocada.

Haciendo "oposición interna" ha quedado solo el pequeño grupo de "Falcemartello" ("Hoz y martillo"), que no se entiende cual es la perspectiva que sea en grado de ofrecer a aquellos militantes desilusionados que intentan convencer (aparentemente con escasos resultados) de quedarse en el PRC. En una editorial reciente, un dirigente de este sector, Claudio Bellotti, asegura que un DIA "centenares y miles de compañeros se pondrán con nosotros la misma pregunta y darán la misma respuesta". Como siempre, ignorando que el papel de los comunistas - papel, justamente, de vanguardia - no es el de esperar que surja "un DIA" una respuesta de clase, sino que consiste, sobre todo, en dar hoy la respuesta de clase. Es significativo el hecho que, en ocasión de la financiación de la misión en Afganistán, la posición de Falcemartello respecto al gobierno se traducía en considerar "impracticable" - porque, como dicen ellos, "no es comprensible a los ojos de las masas" (!) - la hipótesis de una ruptura del PRC con el gobierno Prodi... es decir, ¡con el gobierno de la burguesía italiana!

Un discurso a parte merece el recién nacido "Movimiento por el Partido Comunista de los Trabajadores" (MPCL) de Ferrando, salido recientemente del PRC y empeñado en construir un sujeto alternativo a los dos polos de la burguesía. Si el rasgo distintivo de las minorías del PRC era el de inclinarse servilmente a la voluntad de los Bertinotti y Giordano de turno, el del MPCL es el de no tener un programa definido. Esto es, sin dudas, el resultado de las modalidades de asociación y de construcción del partido explícitamente teorizados por su leader: una fuerza abierta a todas las posiciones (inclusive opuestas entre ellas), con un solo punto en común, la oposición a los gobiernos de centro-derecha y centro-izquierda (pero también este atenuante es, en realidad, una mera enunciación de principio sin traducción coherente en la practica, como demuestra la adhesión al MPCL de ex-dirigentes oportunistas, deseosos de reciclarse y totalmente convencidos de la necesidad de hacer una alianza de gobierno con la burguesía, al menos a nivel local). En práctica - y con un poco de esfuerzo - la voluntad general que unifica el cuerpo-partido es posible, inclusive, encontrarla: la negación del leninismo y del bolchevismo en la concepción de la formación y de la estructuración del partido. La unidad sin principios y sin delimitaciones políticas, si en un primer momento habría podido dar algún fruto desde el punto de vista puramente numérico (cosa que, por otra lado, no sucedió, vista la ausencia de una estructura organizativa), a la larga corre el peligro de minar la solidez de este MPCL, que siempre mas se asemeja a un pequeño Arlequín [en el sentido de tener poca dignidad de comportamiento, de hacer el payaso o hacer bufonadas]. La obvia renuncia al patrimonio teórico y simbólico del trotskismo - o sea, del marxismo consecuente - es la prueba del alejamiento del MPCL - en la práctica y en la teoría - del marxismo revolucionario. Detrás de la oscura oratoria de su principal exponente, esta organización esconde la nada, o, peor aun, el oportunismo, revelado inclusive por la carta enviada por Ferrando al "il manifesto", en la cual precisa, sin posibilidad de equivoco interpretativo, que en caso de ser electo senador habría dimitido para no hacer pesar, eventualmente, su voto determinante y, así, provocar la caída del gobierno Prodi. ["il manifesto": diario de izquierda, fundado por un sector de dirigentes y militantes que en los años '60 rompió con el PC.

Se refiere al voto sobre la refinanciación de las misiones militares en el exterior: Afganistán, Irak, Líbano]

Además de estas formaciones, que son las mas en vista, existen tantos pequeñísimos grupos que giran en la galaxia del movimiento obrero, pero que, por sus propios limites, hasta hoy tienen poca capacidad de atracción. Estos - para simplificar - se pueden subdividir en grandes familias, acomunadas por la misma actitud sectaria: la stalinista, o mao-stalinista, y la bordiguista. A la primera pertenecen todas las organizaciones (el Pmli-Partido marxista-leninista italiano por encima de todas las demás) que se caracterizan por una retórica oscura y por la incomprensión de algunos elementos fundamentales (naturaleza de clase de las formaciones políticas, dialéctica partido-clase, desarrollo de los procesos revolucionarios) que frecuentemente degeneran en análisis totalmente fuera de la realidad. A la segunda pertenecen aquellos grupos (Lotta Comunista, Bataglia Comunista, Porgramma Comunista, etc.) que, no obstante la conservación de parte del bagaje analítico del marxismo revolucionario, eluden en la practica la necesidad de la construcción de un partido que intervenga en las luchas sobre la base de un programa transitorio. De aquí el rechazo al parlamentarismo y (en algunos casos) al trabajo en los sindicatos; de aquí su indiferencia por lo que sucede en el corazón pulsante de una clase que es concebida mas como una entidad abstracta que como terreno en el cual desarrollar el trabajo político cotidiano.   

 

 

 

 

Tesis 12 - EL PAPEL DE LOS DIFERENTES SINDICATOS

 

En los últimos veinte años la combinación entre crisis capitalista, los mazazos de la patronal y el gobierno, la colaboración de clases de la burocracia sindical CGIL, CISL y UIL, la ausencia de un partido revolucionario, ha determinado el nacimiento  de varios sindicatos de izquierda. La oposición por parte del nuevo sindicalismo contra la política de concertación no ha fisurado la fuerza de la CGIL, mientras en el conjunto de la izquierda sindical - que carece aun de la voluntad unitaria de batirse contra la política económica del gobierno - desde las diferentes burocracias reformistas y centristas se aprieta para dialogar con las fuerzas de la izquierda de gobierno a través del método de  la "presión".

 

El Congreso de la CGIL en julio del 1977 y la sucesiva Conferencia Nacional de la CGIL, CISL y UIL del 1978 en el EUR [EUR: barrio de Roma con instalaciones aptas a este tipo de reuniones, conferencias, congresos, etc.] evidencia la determinación por parte de las burocracias sindicales reformistas de superar el modelo sindical reivindicativo, modelo que se afirmo en las luchas obreras y populares de los años '60 y '70. Los años '80 están marcados por las graves derrotas y retrocesos: el acuerdo del 31 de julio de 1992 señala el punto culminante de esta ofensiva con la eliminación de la escala móvil de salarios. Con el acuerdo del 23 de Julio de 1993 iniciaba formalmente la fase del modelo de contrato de concertación: el sindicato se hacia cargo de los "intereses generales" y de la "compatibilidad del sistema". Se abre un periodo que, por quince años, de frente al ataque conjunto de la patronal y el gobierno, encuentra al sindicato administrando la paz social y los "contratos basura". Las consecuencias son conocidas: perdida constante de los salarios, de los derechos y de las protecciones sindicales.

Entre el final de los años '80 y los años '90 la oposición al modelo sindical de concertación llevara a la constitución de nuevos sindicatos de izquierda. La Cub-Rdb, arraigada mayormente en el empleo público, es la más consistente, otros sindicatos menores son organizados con el modelo Cobas.

El segundo gobierno Prodi, surgido en el marco de la continua crisis del capitalismo italiano ligada al serio desequilibrio del balance publico, retiene esencial, para actuar una política de saneamiento financiero y dando fuerza al capitalismo italiano en los mercados europeos e internacionales en un contexto de paz social, actualizar el modelo de negociación de contratos de concertación; una exigencia que comparten los industriales, los bancos, los grandes comerciantes y, sobre todo, la burocracia sindical reformista de la CGIL. La Confindustria pone como objetivo central de la nueva concertación la recuperación "de la eficiencia, productividad y rentabilidad" de las empresas a través del abaratamiento del costo del trabajo, una mayor flexibilidad y precariedad del trabajo asalariado. Todo esto en el marco de un "pacto constitucional" que defina reglas y sanciones tales de limitar el mismo derecho de huelga en todas las categorías. Es el vaciamiento del contrato de trabajo.

El gobierno de la Unione procede sobre la línea trazada: la maniobra de los presupuestos decididos este verano son solo el anticipo del garrotazo que nos darán en otoño. El Dpef (Dpef: Documento de programación económica y financiera, medida con la cual el gobierno programa los gastos en el sector económico y financiero) para el 2007-2011 esta centrado sobre el saneamiento financiero del Estado y sobre el relanzamiento del capitalismo italiano. La inflación programada por el gobierno continuara a ser la conocida camisa de fuerza que sofoca el salario y la lucha de los trabajadores. Los recortes estructurales previstos en los presupuestos del 2007 a los gastos públicos en los sectores del empleo publico, salud, entes locales y jubilaciones pasaran como un huracán sobre lo que quede del estado del bienestar, el salario indirecto será segado, mientras preparan el saqueo definitivo del Tfr/Tfs. Ninguna solución real para la desocupación difundida en el sur, el trabajo precario, las condiciones de los trabajadores inmigrantes. Las condiciones de vida de los trabajadores y de las masas populares empeoraran. Por otra parte, la Confindustria obtiene todo lo que ha exigido: recorte del "cuneo fiscale" ["cuña fiscal": o cunea contributiva, representa las variaciones entre el gravamen del costo del trabajo y la renta efectiva percibida por el trabajador: prácticamente es la diferencia entre la suma pagada por el patrón y la suma efectivamente cobrada por el trabajador, pagando al fisco y a los entes de la seguridad social la diferencia restante] para las empresas y tener en consideración la abolición del Irap [Irap: Impuesto regional sobre las actividades productivas]. La crisis, una vez mas, se descarga sobre los trabajadores y las masas populares; a la burocracia sindical reformista de la CGIL y a los partidos de la izquierda del gobierno les corresponde la tarea de garantizar el consenso social a la política, que va solo en una dirección, de "lágrimas y sangre".

El mayor sindicato del país, la CGIL, junto a la CISL y a la UIL se declaran satisfechos de la nueva fase de concertación y participan en reuniones con el gobierno ("mesas de propuestas programáticas" sobre: el problema de los cierres de fabricas y de la desocupación en el sur, etc.) antes que el parlamento vote los presupuestos del Estado. La izquierda sindical en la CGIL, la "Rete 28 de abril" [es la nueva izquierda de la CGIL, nacida el 28 de abril del 2005 por voluntad de Giorgio Cremaschi, dirigente de la CGIL y Rifondazione Comunista], en la asamblea nacional del 12 de junio del 2006 en Roma, ha presentado un documento (con unas 60 firmas, expresión de la izquierda reformista de Cremaschi, seguida por Falcemartello y Grisolia del MPCL), absolutamente débil y vago en el análisis y en la propuesta organizativa y reivindicativa para este periodo. En esa asamblea fuimos la única organización que hizo una propuesta alternativa de análisis y programática reivindicativa a los trabajadores. El portavoz nacional de la "Rete 28 aprile" de la CGIL, Giorgio Cremaschi, después de haber anunciado, frente a los primeros pasos dados en política económica por el gobierno Prodi, la necesidad de convocar una huelga general en caso que las indicaciones contenidas en el Dpef hubieran sido asumidas por los Presupuestos del Estado del 2007, realizo en el Comité Directivo Nacional de la CGIL, reunido el 18 de septiembre, una doble cabriola. De hecho, se abstuvo, junto a los otros exponentes de la "Rete 28 aprile" en ese organismo, justamente sobre el "documento CGIL-CISL-UIL sobre los Presupuestos del Estado del 2007". Un documento, no solo de apoyo a los Presupuestos del 2007, sino también por la actualización del pacto de concertación con el gobierno y la patronal. En esta cabriola lo ha acompañado el secretario nacional de la Fiom CGIL (Federación Italiana de Obreros metalúrgicos), Rinaldini, que ha votado a favor del documento, después de una falsa consulta a los trabajadores.

La Cub-Rdb, luego de protestar por no haber sido convocada por el gobierno el 12 de junio en ocasión de la presentación a los representantes sociales de los Presupuestos, durante el verano del 2006, organizo una asamblea publica en presencia de los exponentes de la izquierda del gobierno para presentar una propuesta de ley por la estabilización de los precarios en la administración publica; al mismo tiempo anunciaba una huelga de los trabajadores precarios del sector publico para el 6 de octubre: una posición sindical no de concertación, mas de presión sobre la izquierda del gobierno. En este marco es importante la iniciativa lanzada por el Slai Cobas, en la asamblea nacional del 13 de mayo en Roma, por una manifestación en otoño contra la política económica del gobierno sobre la base de algunas reivindicaciones inmediatas con carácter unitario.

En su conjunto, las izquierdas sindicales carecen de una plataforma unitaria, de la voluntad de unidad para luchar contra la política económica del gobierno, mientras crecen las presiones por parte de las diferentes burocracias sindicales reformistas y centristas para dialogar, a través de múltiples canales, con las fuerzas de la izquierda de gobierno. Todo esto en un marco de objetiva debilidad de la izquierda sindical de clase.

 

Tesis 13 - LO REVOLUCIONARIOS DE FRENTE AL ESTADO BURGUES. LA LUCHA POR EL PODER

 

La tarea fundamental de los comunistas sigue siendo, aun hoy, la que enunciaron, en el Manifiesto Comunista, Marx y Engels: ganar a la mayoría del proletariado, en el curso de sus luchas cotidianas, y hacerle comprender la imposibilidad de reformar el capitalismo y la consecuente necesidad de conquistar el poder político a través del derribo del orden burgués. Solo la transformación del proletariado en clase dominante (es decir, la dictadura del proletariado) podrá abrir el camino que conduzca, por fin, a la humanidad a la eliminación de la sociedad dividida en clases y a cancelar todas las formas de opresión.

Como escribió Lenin: "La necesidad de educar sistemáticamente a las masas en esta (...) idea de la revolución violenta es la base de toda la doctrina de Marx y Engels. La traición de su doctrina, perpetrada por las tendencias social chovinistas y kautskianas (...) se expresa (...) en el olvido de esta propaganda.

 

El abandono de la teoría marxista del Estado, viene siempre acompañado por la recuperación de las teorías reformistas (a menudo presentadas como "novedad" opuesta a lo "viejo", a las "teorías del novecientos"). La diferencia entre reformistas y comunistas no es una diferencia de recorridos para llegar a una nueva sociedad (por una parte, la vía pacifica, legal, del reformismo; por otra, la demodé de la insurrección revolucionaria): a "métodos" diversos corresponden perspectivas diferentes. Para los comunistas la perspectiva del socialismo, para los reformistas la de un imaginario mejoramiento de esta sociedad inmodificable (el capitalismo). Por lo tanto, no es por casualidad si toda teoría reformista (que no nace de la cabeza de algún filosofo, sino que se combina siempre con la integración de aparatos dentro del sistema burgués) llega a la conclusión que el horizonte del capitalismo es insuperable.

La cuestión de la posición en relación al Estado ha constituido siempre una delimitacion entre reformistas y revolucionarios. Así como el papel tornasol cuando se lo sumerge en una sustancia acida se vuelve rojo y azul en una básica, así el rojo de los revolucionarios aparece inmediatamente cuando se nos arrima al tema decisivo del Estado. No es casualidad que, precisamente sobre este argumento, Lenin dedico su libro más importante ("El Estado y la revolución"), escrito en el transcurso de la revolución de 1917 para armar teóricamente al partido bolchevique y prepararlo para el Octubre. Lo hizo recuperando la verdadera doctrina de Marx y Engels, limpiándola de las costras revisionistas. Hoy, nosotros, debemos hacer el mismo trabajo, pero duplicando los esfuerzos porque además de las falsificaciones de los reformistas se han agregado las del stalinismo. No se trata de retornar al "Verbo", sino de entender como en las posiciones leninistas (y, precedentemente, en aquellas de Marx) se reflejan las lecciones del conjunto de la experiencia histórica del movimiento obrero.

Para el marxismo el Estado es el producto del antagonismo entre las clases. Es decir, no es una entidad "neutra", sino un instrumento de parte, que sirve para imponer el dominio de una clase sobre otra; el instrumento gracias al cual la clase dominante conserva el control de los medios de producción.

El poder del Estado (desde el democrático-parlamentario hasta la dictadura militar y al fascismo) se funda en "grupos de hombres armados" (policía, ejercito) y en los guardianes (magistratura, cárceles) de una legislación correspondiente a los intereses de la clase dominante.

El hecho que el Estado no sea neutral en el enfrentamiento entre proletariado y burguesía, comporta la imposibilidad de "conquistarlo" (por ejemplo, a través de una victoria electoral) para "convertirlo" y hacer un uso diverso. Si ha determinadas relaciones de propiedad y producción corresponde una estructura estatal especifica, entonces el proletariado, que intenta destruir esas relaciones, necesita un instrumento completamente diferente. Por consiguiente, los comunistas tienen como objetivo destruir el Estado: "demolerlo", según la formula que Marx analizo en la experiencia de la Comuna de Paris en el 1871, que representaba "finalmente el descubrimiento de la forma" a través la cual los trabajadores podían ejercitar su dominio, uniendo en un único organismo el poder legislativo y el ejecutivo. "Destruir" el Estado, por lo tanto, a través una revolución (por otra parte, este es el único sentido que puede tener esta palabra, a menos que se refiera al movimiento de los cuerpos celestes) y sustituirlo con otro Estado, otro dominio: al puesto de la dictadura de la clase burguesa (ejercida por pocos hombres sobre la grandísima mayoría), la dictadura del proletariado (ejercida por la mayoría del pueblo contra una pequeña minoría). Una dictadura, así es, porque solo en este modo una revolución puede defenderse de los intentos de la burguesía de volver a tomar el poder; pero una dictadura que, a diferencia de todas aquellas conocidas por la Historia, apunta a extinguirse, junto con la extinción de la sociedad dividida en clases.

La esencia de las enseñanzas de la Comuna (que fue derrotada por la ausencia de un partido marxista), es decir, la revolución para "abatir" el Estado y sustituirlo con una dictadura obrera, fue indicada por la Internacional Comunista de los primeros años (antes del stalinismo) como fundamento programático valido para los partidos comunistas de todo el mundo, prescindiendo de las diferencias existentes entre un país y otro. Las enseñanzas de las dos "Comunas" (la derrotada de Paris y la victoriosa de Petrogrado, porque dirigida por una partido marxista) fueron condensadas en las Tesis de la Internacional sobre el parlamentarismo, mientras fue rechazada toda teoría que hubiese querido presentar estos ejes cartesianos como producto de una inexistente "particularidad rusa" a la cual oponer una "revolución en Occidente" - entendida como una gradual reforma del Estado - para los países capitalistas avanzados.

La concepción marxista del Estado y de la revolución no significa (a diferencia de lo que se quiere hacer creer con ciertas caricaturas) adoptar una pasiva indiferencia en relación a los instrumentos de la democracia burguesa a la espera de un mesiánico evento revolucionario. Para los marxistas la revolución se prepara inclusive usando las instituciones burguesas, es decir, las elecciones y el parlamento. Pero - y esta es la diferencia con los reformistas - los comunistas participan en las elecciones para hacer propaganda del programa revolucionario y están en esas aulas para preparar su destrucción. Si son elegidos en asambleas representativas proceden, no como legisladores entre los legisladores, sino, como propagandistas de otra democracia; en este sentido su participación en las instituciones es secundaria respecto a la batalla principal en los lugares de trabajo, en los sindicatos, en los movimientos.

Los comunistas, que también participan - si es posible - en las asambleas representativas, no pueden, por ningún motivo, formar parte de los gobiernos burgueses en algún grado. No por querer observar algún "mandamiento" marxista, sino porque - como toda la experiencia histórica a demostrado - la oposición a todo gobierno burgués es el requisito indispensable (aunque no suficiente) para liberar a las masas de las ilusiones en un Estado y en una democracia "por encima de las partes", reformable y rellenándola a gusto de contenidos de clase diversos, como pastelillos a los cuales se los puede rellenar con crema o chocolate. He aquí, en conclusión, que la oposición a todo gobierno burgués es el único camino a través el cual hacer llegar a los trabajadores a un programa de independencia de clase, y, por esta vía, construir - sobre las ruinas del capitalismo - el único gobierno al cual los comunistas pueden entrar: un gobierno de los trabajadores para los trabajadores.

La batalla contra la participación en los gobiernos en el sistema capitalista ha constituido siempre, por estos motivos, el medio para liberar a las masas de la influencia de los reformistas que (y he aquí el sentido de la expresión de Lenin: "agentes de la burguesía en el movimiento obrero") buscan convencer, con su accionar, a la clase obrera de la inutilidad de tomar el poder y, así, subordinarla a los gobiernos (y a los intereses) de la burguesía.

Esta oposición principista, sobre la que se fundo la Internacional Comunista, fue luego sustituida por el stalinismo, que (a partir del VII Congreso del 1935) introdujo nuevamente en el movimiento obrero el morbo gubernista y teorizado la posibilidad que los comunistas participen en los gobiernos del capitalismo.

En realidad, no existe conciliación posible entre los intereses de los trabajadores y de los patrones, y todo intento de demostrar el contrario lo ha confirmado: no ha habido un solo caso en el cual los trabajadores han usufructado de beneficios - aunque mínimos e inmediatos - por la presencia de sus representantes en gobiernos constituidos en el sistema capitalista. Es mas, cada una de estas experiencias se revelo una derrota y, a menudo, una tragedia: empezando por la participación de Louis Blanc en el gobierno del 1848, pasando por los frentes populares de los años treinta; desde la colaboración de gobierno de los comunistas europeos en la posguerra, a los gobiernos de "unidad nacional" de los años setenta; del, así llamado, "experimento chileno" de Allende a los "gobiernos de izquierda" en Francia a finales de los años setenta, inicio de los ochenta; del primer gobierno Prodi en Italia al gobierno de Jospin en Francia; y, luego, del "modelo Lula" en Brasil a los gobiernos de centro-izquierda en Sudáfrica; hasta el gobierno Prodi... La lista es larguisima, pero no hay un solo caso positivo para los trabajadores: en cada uno de estos casos la burguesía se fortaleció imponiendo sus políticas y debilitando las reacciones de la clase obrera, atada al carro de la patronal.

Así como la actual socialdemocracia (por ejemplo: Rifondazione Comunista) parte nuevamente de las teorías gubernistas de los reformistas y de los stalinistas, así, también, el comunismo no puede hacer otra cosa hoy que partir nuevamente de la teoría del rechazo a toda colaboración de gobierno con la burguesía. Si un partido que se define comunista abandona el papel de oposición y entra en un gobierno burgués, abandona la tarea principal de los comunistas. Lo mismo se puede decir de aquellos partidos que se definen comunistas y que, en cambio de explicar a las masas la naturaleza de clase del Estado y de sus aparatos represivos, difunden ilusiones "no violentas". Hemos visto en acción en todo el mundo, en estas ultimas décadas, "bandas armadas en defensa del capital", de las cuales ya hablaba Engels, formadas por la policía y el ejercito, oficiales y clandestinas (véase Gladio: movimiento clandestino organizado por varios sectores políticos y militares del Estado que pretendía blocar militarmente el crecimiento electoral y político del comunismo), cuyo único objetivo es, precisamente, defender el Estado de la clase explotadora del futuro asalto de la clase explotada, empezando por obstaculizar, desde hoy, las manifestaciones de los trabajadores y de la juventud. En Italia (país de grandes movilizaciones obreras), la naturaleza de clase de los aparatos represivos ha sido particularmente evidente: es la historia de las masacres de Estado (es decir, organizadas por los aparatos del Estado, no ciertamente "deviati" [incontrolados]) y de los ataques a las manifestaciones (como sucedió decenas de veces y últimamente, a gran escala, en Génova durante el G8). Las teorías "gandhianas" son, por lo tanto, incompatibles con el comunismo, porque no consideran, hoy, la necesidad de autodefensa de toda lucha y dejan, para mañana, el problema de la violenta resistencia que las clases dominantes opondrán a cualquier intento de expropiación.

 

Tesis 14 - EL METODO DEL PROGRAMA DE TRANSICIÓN

 

La particularidad que distingue el programa de los marxistas revolucionarios - con respecto a la propuesta de la socialdemocracia, que del socialismo "habla solo en los días de fiesta", limitándose a elaborar un programa mínimo de reformas compatibles con el sistema capitalista - es que se basa sobre la intención de crear un puente entre las reivindicaciones actuales y la revolución socialista.

 

"El programa de transición" ("La agonía del capitalismo y las tareas de la Cuarta Internacional; la movilización de las masas alrededor del programa de transición para preparar la conquista del poder") del 1938 - el texto político que ha dado un fundamento programático al nacimiento de la Cuarta Internacional de Trotsky - es un texto clave para comprender la correcta forma de abordar la cuestión del programa por parte de los marxistas revolucionarios. La esencia del reformismo y del centrismo, de todas las épocas, puede ser individuada en el rechazo al carácter transitorio del programa, es decir, la necesidad de ligar las reivindicaciones inmediatas de las masas proletarias a la perspectiva anticapitalista.

El método transitorio se articula en tres momentos esenciales: el objetivo final, los objetivos inmediatos y el puente entre los unos y los otros. El objetivo final - que encuentra su sustancia "objetiva" en el hecho que se dan las premisas concretas de la revolución proletaria - es la revolución socialista, la dictadura del proletariado, en función de la construcción del socialismo. Como ha sido expresado en el programa del '38, "la tarea estratégica de la Cuarta Internacional no consiste en reformar el capitalismo, sino en destruirlo. Su fin político es la conquista del poder por parte del proletariado para asegurar la expropiación de la burguesía".

La particularidad que distingue el programa de los marxistas revolucionarios - con respecto a la propuesta de la socialdemocracia, que del socialismo "habla solo en los días de fiesta", limitándose a elaborar un programa mínimo de reformas compatibles con el sistema capitalista - es que se basa sobre la intención de crear un puente entre las reivindicaciones actuales y la revolución socialista. Este puente, incluso hoy, como en 1938, "consiste en un sistema de reivindicaciones transitorias que parten de las condiciones actuales y del nivel de conciencia actual de amplias capas de la clase obrera, y lleven, inevitablemente, a una sola conclusión: la conquista del poder por parte del proletariado". El instrumento indispensable para construir ese puente, y así ganar la mayoría de las masas políticamente activas a la causa revolucionaria, es el partido. En este sentido, la crisis de la humanidad se resuelve superando la crisis de su dirección.

El sentido de los objetivos transitorios - es decir, de una plataforma de reivindicaciones que se proponga interceptar las necesidades de las masas - es, esencialmente, que ninguna reivindicación puede ser completamente realizada mientras subsista el poder burgués. El programa de transición es el instrumento a través el cual el partido gana las masas para la causa revolucionaria: mas aun si se profundiza la crisis social, mas aun si los objetivos inmediatos asumen un peso revolucionario.

El método transitorio, si bien aparezca con este nombre solo en el "Programa" de 1938, fue, sin embargo, en la historia el elemento que distinguió la acción de los marxistas revolucionarios. También en el "Manifiesto del Partido Comunista" del 1848, Marx y Engels indicaban la necesidad, a los fines de la revolución proletaria, de una serie de "medidas que se presentan económicamente insuficientes e insostenibles, pero que en el curso del movimiento se sobrepasan a si mismas y empujan hacia adelante". Igualmente, la toma del poder por parte de los bolcheviques en 1917 en Rusia se pudo realizar gracias a la adquisición, por parte del partido, del método transitorio: momento fundamental fueron las, así llamadas, "Tesis de Abril", presentadas por Lenin en la primavera del '17. Estas tesis confirmaban el elemento central del método transitorio: la necesidad de ganar la mayoría del proletariado - partiendo de su vanguardia - a la causa de la revolución socialista. De aquí se derivaban, indicados por Lenin, una serie de objetivos conformes al contexto revolucionario, en condiciones de llevar, ganando a la mayoría del proletariado, a la realización del fin (la dictadura del proletariado): ningún apoyo al gobierno transitorio, todo el poder a los soviets, confiscación de todas las propiedades de tierras, nacionalización (sin indemnización) de las tierras y de los bancos bajo control de los soviets, el control de la producción social pasa a los soviets.

El mismo método ha caracterizado el programa aprobado por los cuatro primeros congresos de la Internacional Comunista, asumido por la mayoría de los partidos comunistas nacionales que adherían a esta. En particular, las tesis del III Congreso de la Internacional Comunista (1921) confirmaban que era necesario evitar que los partidos se convirtiesen en "hospicios de adoctrinamiento puro": esto se puede lograr solo a través de la individualización de una serie (una plataforma) de objetivos concretos que sepan interpretar las necesidades inmediatas de las masas: "Al puesto del programa mínimo de los centristas o de los reformistas, la Internacional Comunista coloca la lucha por las necesidades concretas del proletariado, por un sistema de reivindicaciones que, en su conjunto, demuelan la potencia de la burguesía, organicen el proletariado, constituyan las etapas de la lucha por la dictadura proletaria y cada una de las cuales, en particular, exprese claramente las necesidades de los mas amplios sectores de masas, aunque si estas masas no se coloquen, aun, conscientemente en el terreno de la dictadura del proletariado".

Desde estos conceptos de fondo y de este método, es que hay que partir, hoy, nuevamente.  

Hoy también es necesario, en el programa de un partido comunista, volver a partir desde estos conceptos y este método. Se trata, obviamente, de volver a definir algunas reivindicaciones en relación a un contexto histórico diferente; de volver a proponer la mayor parte de los mismos objetivos que, en cambio, continúan a ser plenamente actuales; pero sobretodo de retomar el sentido de aquellas consignas: o sea, la capacidad de hacer comprensible a los ojos de las masas la necesidad de una perspectiva anticapitalista.

 

 

Tesis 15 - LOS COMUNISTAS EN EL SINDICATO

  

Dentro del sindicato tiende a diferenciarse una capa burocrática que, si bien se alza sobre las masas que representa, mantiene con estas una relación dialéctica. La burocracia sindical reformista es sensible al clima social: se adapta a los momentos de ascenso y de reflujo de las luchas, justamente para no perder contacto con su propia base social. Los comunistas deben construir en los sindicatos fracciones organizadas para arrancar a la burocracia sindical reformista la hegemonía en la clase.

 

El sindicato es una de las formas de organización que los trabajadores se han dado para defender sus propios intereses de la sed de ganancias del capital. Para desarrollar este papel el sindicato debe tender a organizar a la mayoría de los trabajadores. En el transcurso de este desarrollo, dentro del sindicato se diferencia una capa burocrática reformista que sostiene la línea de la colaboración de clases. Esta capa, si bien se alza sobre las masas que representa, mantiene con estas una relación dialéctica. Es también sensible al clima social: se adapta a los momentos de ascenso y de reflujo de las luchas, justamente para no perder contacto con su propia base social.

El origen y la fuerza de esta burocracia deriva sea por el papel asumido como mediador de las condiciones de venta de la fuerza-trabajo en el mercado capitalista, sea por los lazos, siempre mas estrechos, que establece con la burguesía y sus gobiernos, a través de los partidos reformistas y centristas del movimiento obrero. El método general de trabajo de los comunistas en los sindicatos es, por lo tanto, finalizado a arrancar a las masas de trabajadores de la influencia de la burocracia sindical reformista y centrista: es la lucha por la hegemonía revolucionaria. Dar las espaldas a este trabajo significa renunciar a la lucha por la hegemonía de la clase.

Los comunistas que militan en los sindicatos deben organizarse contra este estrato pequeño burgués y parasitario, luchar por la democracia obrera, presentar sus propias plataformas políticas-sindicales sobre las cuales ganar el consenso de los trabajadores, teniendo como perspectiva la construcción del sindicato de clase. Aun reconociendo la importancia central del trabajo en los sindicatos, al mismo tiempo, no se debe hacer fetichismo de estos en la larga y dura batalla por la revolución socialista.

En el transcurso de las luchas y en el culmine de estas, los trabajadores se dan otros instrumentos organizativos, como los Comités de lucha, los Consejos de fábrica y de empresa (organismos diversos de las Rsu [Rsu: representantes sindicales unidos] de empresa, sea por las diferentes modalidades de elección de delegados, que por las relaciones con las organizaciones sindicales) y, en fases mas avanzadas, los Soviet. Estas estructuras de democracia proletaria organizan masas de trabajadores más amplias de los mismos sindicatos: la tarea del partido comunista revolucionario es su conquista, de manera hegemónica, a la causa revolucionaria, a la lucha por el socialismo. No es posible, ni siquiera como hipótesis, la ruptura revolucionaria del sistema capitalista, la conquista del poder político por la clase obrera, sin haber conquistado antes la mayoría de la clase obrera, arrancado el control de categorías enteras a la burocracia sindical reformista, enfrentado y derrotado a los partidos reformistas y centristas en el combate por la dirección hegemónica del proletariado.

La confirmación de la importancia política central de la clase obrera no es ideológica, sino que deriva de su ubicación material en los mecanismos de usurpación de la plusvalía en el marco del modo de producción capitalista. El capital vive solo en la medida en que logra usurpar plusvalía, que no deriva de las maquinas. El capitalismo esta condenado, por la concurrencia entre capitales, al máximo uso posible de maquinas y automatización, pero no puede llevar este proceso hasta el final a causa, precisamente, que el trabajo humano es la única fuente de plusvalía.

El verdadero problema que tiene la burguesía en esta fase histórica es como mantener los beneficios en perjuicio de los trabajadores. La clase obrera italiana hoy esta mas fragmentada, precaria y flexible, efecto combinado y compuesto por la crisis económica que se descarga sobre las espaldas de los trabajadores, y por la prevalencia en la estructura productiva del país de la pequeña y mediana empresa. Una clase obrera mas fragmentada tiene mayor dificultad para defenderse, por lo tanto debe crear en su propio seno condiciones para su unidad.

La intervención  homogénea de los comunistas en los sindicatos, esta dado por el programa político-sindical de reivindicaciones inmediatas y transitorias elaborado por el partido. El programa de transición no solo debe tender a unificar a la clase, a sus diferentes categorías y sectores, a los precarios y a los desocupados, y a las masas populares mediante una plataforma unitaria en función de una causa general contra la patronal y el gobierno; sino que, además de todo esto, en su articulación debe tender a construir un puente entre las luchas inmediatas y la perspectiva socialista.

Sobre esta base programática desarrollamos nuestra intervención, que esta al servicio de la construcción de una oposición de clase y revolucionaria dentro de los sindicatos para arrancar a la mayoría de los trabajadores de la influencia de los burócratas reformistas (es decir, de quienes anteponen sus propios intereses parasitarios a los de la clase) y sindicalistas (o sea, de quienes anteponen las reivindicaciones inmediatas a la perspectiva socialista, llegando a negar la función dirigente, e inclusive la necesidad, del partido revolucionario); apuntamos al coordinamiento activo de las tendencias de clase que se desarrollan y organizan en la CGIL y en los otros sindicatos de izquierda, con la perspectiva de la construcción del sindicato de clase.

Precisamente, es a partir de la lucha contra las burocracias sindicales reformistas y centristas que el empeño de los militantes comunistas en el sindicato se debe dirigir a consolidar el propio partido, a conquistar a las vanguardias que los trabajadores se dan en las luchas para la perspectiva comunista, y para la militancia en el partido revolucionario.

 

Tesis 16 - EL PARTIDO DE VANGUARDIA

 

La clase obrera no ha "desaparecido", y no puede desaparecer porque sin ella no existiría el capitalismo. Tampoco ha desaparecido la lucha de clases, y no puede desaparecer mientras exista una sociedad dividida en clases, enfrentadas estas por intereses vitales inconciliables. Pero el constante renacer, con flujos y reflujos, de las luchas no conduce, de por si, a la perspectiva socialista. Esta necesita un partido de vanguardia que participe en todas las luchas para intentar encaminarlas a su desarrollo lógico: la perspectiva de la conquista revolucionaria del poder. Así, hoy continua a ser verdad lo que Trotsky escribía hace algunas décadas: "Sin el partido, por fuera del partido, burlando el partido, con un sucedáneo del partido, la revolución proletaria no puede vencer."

 

Una de las tesis que se repite es aquella de la "integración" de los obreros en la sociedad burguesa; otra - mas audaz - sanciona, nada menos, la "desaparición" de la clase obrera; otra, aun, describe el inevitable "reflujo" y "abandono de la lucha" por parte de los obreros. Estas teorizaciones se repiten, con pocas variantes, desde hace más de cien años. El primero que hablo de la ausencia de "polarizacion" entre las dos clases principales (negando, así, un postulado del análisis marxista) fue el revisionista Bernstein, a inicios del novecientos. En general, estas ideas resurgen y se consolidan simultáneamente con el giro a la derecha de los partidos obreros y con su integración en el mundo burgués y en sus gobiernos.

Por esto, con mayor o menor fineza (Revelli [teórico revisionista, famoso en Italia] no esta, por cierto, a la altura de Bernstein), tienen como único objetivo aquel de decretar (en el papel) la victoria "definitiva" de la burguesía y de su sistema social: o por desaparición imaginaria del antagonista (la clase obrera); o por la presunta incapacidad de esta de batirse contra las clases dominantes: o por "fragmentación", "integración", asimilación", etc..

Pero el principal enemigo de esta teorizacion es la realidad concreta de los hechos. El proletariado (entendido no solo como clase obrera industrial, sino como, según el marxismo, la masa de aquellos que son obligados a vender la propia fuerza trabajo por un salario) crece constantemente, en forma paralela a la continua concentración del capital (industrial y financiero, íntimamente relacionados). Los asalariados aumentan no solo a escala internacional (con la contribución de naciones populosas que se industrializan), sino que crece en los países imperialistas: con el mismo desarrollo del terciario (que emplea - como asalariados - millones de trabajadores en el transporte y en las comunicaciones, que son, además, parte integrante de la producción industrial); con la proletarización de las clases medias en el comercio (la gran distribución que absorbe el pequeño negocio); e, inclusive, en la agricultura (donde desaparece el pequeño cultivo a ventaja de las grandes empresas agrícolas).

Al crecimiento objetivo del proletariado corresponde, también, un desarrollo (con ritmos diferentes entre los diversos países y con fases alternadas en cada uno de ellos) de sus luchas contra la burguesía. Cíclicamente la clase obrera se moviliza. Esto ocurre porque la lucha de clases es inevitable en una sociedad dividida en clases, en la cual quien domina tiene la necesidad de explotar y quien es dominado debe reaccionar para defenderse. Así, como el movimiento del diafragma en la respiración no se puede detener indefinidamente por la simple voluntad, así la voluntad de los "teóricos" no puede impedir el movimiento de la clase obrera.

Pero la lucha y los movimientos no son en si suficientes para cambiar el sistema social existente. Para obtener victorias inmediatas, inclusive parciales, para crecer a escala nacional e internacional, cada lucha, cada huelga, tiene la necesidad de enlaces, de organización, de una teoría general y de la memoria de las lucha precedentes. Todo esto puede ser asegurado solo por un partido. El partido y el movimiento se necesitan, como explica esta eficaz imagen de Trotsky: "Sin una organización dirigente, la energía de las masas se volatilizaría como el vapor que escapa de un cilindro a pistones" (de la Prefaccion de 1930 de "Historia de la revolución Rusa").

En algunos casos, en ausencia de un partido (o de su hegemonía sobre el movimiento) se pueden determinar crecimientos, inclusive, revolucionarios. Pero ninguna revolución socialista es posible con la ausencia de una dirección socialista que lleve al movimiento la conciencia socialista. El socialismo y la lucha de clases nacen, de hecho, juntos, no separados. En este sentido, como argumenta Lenin en el ¿Que hacer?, "la conciencia socialista es algo que penetra en la lucha de clases desde el externo (por la relación productiva patrón-obrero) y no algo que surge espontáneamente". Esto es así porque en su desarrollo "espontáneo" la clase obrera tiende a subordinarse a la ideología dominante (aquella que afirma la "naturalidad" de un sistema de producción en el cual una minúscula minoría de hombres explota la grande mayoría de la humanidad, detentando el control de los medios de producción).

El proceso de crecimiento de la conciencia de clase se da en modo discontinuo y contradictorio. Discontinuo porque, en una fase de ascenso, la conciencia de los trabajadores tiende a superar el particularismo y a buscar formas de crecimiento; contradictorio porque el proletariado no es homogéneo, sino que esta constituido por una serie de capas concéntricas en sentido creciente y de conciencia en sentido decreciente. Si la capa mas avanzada esta organizada en un partido, esta puede ganar también, en el curso de las luchas, para el programa revolucionario,  a las capas mas atrasadas y romper parcialmente el, de otro modo, indiscutible dominio ideológico de la burguesía (basado sobre su dominio material).

Solo un partido puede conducir a la clase obrera a ser "clase para si", es decir, conciente del propio papel de clase potencialmente dominante, o sea, a la conciencia socialista, condensando a su alrededor las clases subalternas y demás sectores oprimidos. Este partido no puede no ser pequeño en las fases de constitución (allí donde serán mayoría los partidos reformistas). Pero no por esto debe esperar a una inexistente "Hora X" para construirse: es mas, podrá desarrollarse con ritmos extremamente veloces en una fase de ascenso de las luchas, solo con la condición de llegar preparados, trabajando previamente para organizar la "capa" mas concentrada, aquella mas avanzada, constituida por la vanguardia (es decir, por aquellos trabajadores que en una determinada fase empujan a luchar).

Este partido de tipo particular - el partido de vanguardia - que fue teorizado y construido por los bolcheviques y gracias al cual ganaron en Octubre del '17, es el partido que nosotros nos empeñamos a construir. Un partido que entiende construirse en las luchas y en las reivindicaciones de todos los trabajadores y oprimidos; por eso nuestra acción, en relación a los trabajadores, no puede limitarse al simple apoyo, fragmentado, de cada conflicto, sino que debe ir mas allá, en la dirección de una recomposición de todas las reivindicaciones de los explotados y de los oprimidos que tenga como motor, como eje central, la misma clase obrera.

Para hacerlo es necesario construir un partido, no solo programáticamente, sino también organizativamente, obrero; en la primera fase de construcción es posible que el cuerpo militante del partido no sea mayoritariamente obrero: la naturaleza de clase de un partido se determina, sobretodo, por el programa, que ha su vez influye dialécticamente en el desarrollo de su composición. Una correcta línea político-organizativa debe, sin embargo, caminar en esta dirección, según dos directrices generales: el eje de la acción y, justamente, el programa.

El eje de la acción: entre los obreros y por la formación de un numero siempre mayor de cuadros obreros del partido (obviamente sin abandonar ninguna lucha que atraviese la sociedad y evitando soluciones obreristas, en el sentido negativo, y sectarias); y el programa: porque es a partir de la participación en las luchas, bajo una dirección consecuente, que se puede desarrollar en los obreros la conciencia socialista. Por lo tanto, la tarea principal en esta fase consiste en privilegiar nuestro arraigo en la clase, desarrollando dentro de ella una acción concentrada de propaganda, agitación y lucha, con el fin de construir un partido obrero de vanguardia.

 

Tesis 17 - LOS PRINCIPIOS ORGANIZATIVOS DEL PARTIDO OBRERO QUE QUEREMOS CONSTRUIR

 

El partido de vanguardia es un partido de cuadros: solo así puede transformar en vanguardia amplios sectores de trabajadores. Los criterios de afiliación y, más en general, los principios políticos-organizativos sobre los cuales queremos construir el nuevo partido son los mismos sobre los cuales se ha basado el marxismo revolucionario de los bolcheviques, de la Internacional Comunista de los primeros años y de la Cuarta Internacional antes de su disgregación. Por lo tanto, un partido de militantes, basado en el centralismo democrático, es decir, en el conjunto de normas de funcionamiento que, garantizando la elaboración colectiva, el principio de mayoría y los derechos de las minorías, consienta la máxima eficacia del partido.

 

A cada programa corresponde un partido. El partido que quiere destruir el capitalismo es diferente a todos los demás, es un partido de vanguardia. Un partido que es, contemporáneamente, integrado y separado (o sea, distinto) de la clase, se propone dirigir la parte más avanzada y, en perspectiva, influenciar sectores de masa: es, por lo tanto, un partido de cuadros. Porque esta es la condición necesaria - así lo sostenía Lenin, y así lo ha confirmado toda la historia sucesiva - para ser capaz "de alzar capas, cada vez más amplias, al nivel de vanguardia". Un partido, es decir, que no inscribe cualquier manifestante y no esta compuesto por una masa amorfa de afiliados: selecciona y forma cuadros dirigentes de las luchas.

La adhesión al partido responde a los criterios ya indicados por los bolcheviques en el enfrentamiento crucial del año 1903, che los opuso a la concepción organizativa (y, así, política, como se vera mejor cuando en 1917 los mencheviques se posicionaron con el gobierno liberal burgués) de los mencheviques. Obviamente, hoy nosotros no somos comparables a un partido como el bolchevique, ni siquiera en sus primeros años de vida. Pero, a diferencia de los centristas (que remiten el ¿Que hacer? a la "particularidad rusa"), nosotros no relativizamos los conceptos político-organizativos del bolchevismo, que de hecho eran entendidos como universales, llegando a constituir el arquitrabe de las tesis de los primeros congresos de la Internacional. Si las etapas de construcción de un partido son diferentes según su talla, los principios generales no cambian.   

Los criterios para adherir al partido son: acuerdo con el programa general, la militancia regular, pagar las cotizaciones para el financiamiento del partido, aceptar la disciplina, o sea, el centralismo democrático. La diferencia entre militante y simpatizante (es decir, aquellos que manifiestan acuerdo general, pero no están dispuestos a seguir los criterios aquí elencados) debe ser clara. Solo con la militancia se obtiene el derecho de definir la línea y las estructuras del partido. Esta es, además, la única forma no solo eficaz sino también efectivamente democrática, que rechaza la falsa "apertura" de los partidos de masas, en los cuales cualquiera tiene derechos, basta que este afiliado, para decidir, inclusive cuando no participa de la militancia, de la discusión y de la construcción cotidiana del partido (terminando generalmente por apoyar de manera acrílica al líder de turno).

La adhesión es una decisión individual, pero también el partido tiene el derecho a evaluar el efectivo acuerdo de quien quiere entrar en sus filas. Para garantizar esta posibilidad, cada nuevo militante es, en la fase inicial (de seis meses), "candidato", es decir, tiene los mismos deberes de los otros militantes, pero no goza de derechos de elección y su voto es consultivo. Al final de esta fase, será su estructura de base a votar su aceptación como militante efectivo.

El principio político-organizativo que forma el partido que queremos construir es el centralismo democrático. No su caricatura stalinista, sino la modalidad realizada por el partido bolchevique y por las secciones de la Internacional Comunista en sus primeros años, así como las secciones de la Cuarta Internacional antes de su desintegración en los años '50.

El centralismo democrático no es una norma jurídica abstracta, sino una modalidad para garantizar la realización de los objetivos revolucionarios del partido. Este supone una fuerte centralización y una disciplina sin la cual el partido no podría proponerse la tarea histórica de dirigir las masas contra la vieja sociedad burguesa.

El centralismo democrático contempla la máxima discusión interna, interpretada no como un ejercicio de afirmación individual, sino como pasaje a través del cual poder asumir las decisiones correspondientes a las necesidades del partido, fruto de una elaboración realmente colectiva, que comprometa a todos los militantes y que  no sean decididas únicamente por algún líder mas o menos iluminado.

Para que la discusión sea realmente funcional a un partido concebido como organización de lucha, esta debe ser reglamentada por el principio de mayoría, que implica la total y leal disciplina de cada uno y de eventuales minorías en el momento de aplicación de la línea discutida, de manera que el partido se presente al externo en modo uniforme, con completa unidad en la acción. Para que la disciplina sea real y fruto de la convicción, es necesario que el partido garantice, sea durante la fase de elaboración de una decisión que sucesivamente - siempre con la condición de la aplicación unitaria -, la posibilidad a las minorías de pasar a ser mayoría. Esto implica el reconocimiento del derecho a constituir tendencias (cuando el desacuerdo es sobre cuestiones particulares) y fracciones internas (cuando el desacuerdo es sobre aspectos generales) para sostener en modo organizado, con otros militantes, una batalla política abierta a modificar las orientaciones del partido.

Diferencias de opiniones y, si es necesario, tendencias y fracciones internas hacen parte de la fisiológica actividad de un partido vivo. Otra cosa es una fracción pública (es decir, explícitamente al externo del partido, con posiciones diversas a aquellas asumidas por la mayoría): esta puede ser consentida por el partido solo en casos extremos (como ultimo tentativo de mantener un marco unitario), pero no constituye un derecho en todo momento, sino la excepción a la norma. También en estos casos, sin embargo, cada militante del partido se disciplina siempre en la acción a la línea definida por la mayoría.

 

Tesis 18 - PORQUE UN PARTIDO TROTSKISTA

 

Los ejes fundamentales de nuestro partido son aquellos del marxismo revolucionario: un largo hilo rojo que a partir de la Liga de los Comunistas de Marx y Engels se desarrolla en la construcción del partido bolchevique de Lenin en la Revolución de Octubre; así, en la construcción de la Tercera Internacional de Lenin y Trotsky, como partido de la revolución mundial; finalmente en la lucha de Lenin hasta el 1924 y de

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